domingo, 8 de enero de 2012

PSOE de Cádiz a examen crítico


La deriva del PSOE en la provincia de Cádiz

RAFAEL GARÓFANO / JOSÉ PETTENGHI / JAIME PASTOR / | diario de Cádiz 08.01.2012 - 
DESDE ya hace años, los dirigentes del PSOE no impulsan el debate político interno, con el argumento no de que es peligroso o desestabilizador (lo que iría contra su propia tradición y fundamentos ideológicos) sino porque "no es el momento". Estaría bien, pero no ahora. Siendo "ahora" prácticamente todos los momentos, ya que siempre se está ante las críticas de los adversarios, ante unas elecciones, ante una crisis o ante cualquier otra coyuntura. Pero las consecuencias de esta postura en un partido de izquierda, dilatada en el tiempo, son incluso peores que perder votos en las elecciones, son su esclerosis interna, su descomposición orgánica y su invalidez como instrumento útil para la representación popular. Aunque tiene una "virtud": refuerza las estructuras antiguas y, en ellas, a los dirigentes que las utilizan en su propio beneficio para permanecer como "clase" dirigente. Por todo lo cual creemos, ahora más que nunca, que sólo en la libre autocrítica, ejercida en todos los ámbitos y momentos, puede asentarse la necesaria regeneración del partido. 

Después de la severa derrota del PSOE en las elecciones autonómicas, locales y nacionales, se están publicando artículos y documentos en los que se pretende debatir la gestión de la crisis realizada por el PSOE y replantear los objetivos y la estrategia del partido (un debate "de altura" para la renovación política). Pero ese debate, aplicado a la provincia de Cádiz, puede ser más encubridor que esclarecedor y positivo, pues puede servir para eludir el análisis crítico del funcionamiento del partido en la provincia y la responsabilidad de los dirigentes que lo han y lo están practicando. Un funcionamiento sectario y clientelar que ha terminado despolitizando al PSOE, dilapidando su prestigio de honradez, convirtiéndolo en un instrumento inútil para la administración austera y eficaz de las instituciones, haciendo que muchos militantes se alejen del partido (dándose de baja o absteniéndose de participar activamente) y, finalmente, que la sociedad le retire su confianza, con todo merecimiento. Una situación que permanece, que es detectada por el conjunto de la ciudadanía y que las encuestas están reflejando con precisión pocos meses antes de las próximas elecciones andaluzas. Por supuesto que con la crisis como gran telón de fondo (pero hablar de eso, en primer término, ahora sería jugar al encubrimiento). 

Entre los cargos públicos del PSOE en la provincia hay algunos que, no es que sean más o menos buenos gestores, es que, por su falta de preparación e idoneidad, creemos que son una auténtica vergüenza, así como en algún caso que, por sus relaciones familiares, son un escándalo político y social. Pero esto no es ni casual ni fruto de puntuales desaciertos personales de quien los nombró, este panorama es la lógica consecuencia del sistema clientelar del partido, deliberadamente urdido por los responsables políticos de la provincia para mantener cuotas de poder en las asambleas locales y/o para ganar fidelidades inquebrantables en el grupo sectario. Lo que a su vez provoca una perversa dinámica frentistas en el conjunto de la organización (el "quítate tú que me pongo yo", cambiando las personas pero no la forma de actuar). Una dinámica que también es la causante de que a las agrupaciones locales ya no se acercan jóvenes competentes y renovadores, que los hay a cientos en nuestra sociedad, y cuando lo hacen pronto se desaniman y desertan viendo las tramas clientelares, el funcionamiento de las asambleas y el papel meramente decorativo que les tocará jugar. Como expresaba uno de ellos recientemente: "es que esto yo lo veo como un embudo". Lo es. 

No obstante, los dirigentes del partido que han ido fraguando esta trama, convirtiendo al PSOE de la provincia de Cádiz en lo que es, no tienen, en lo personal, demasiados problemas, ya que cuanto más se vayan desangrando las agrupaciones locales de política, debate crítico y militancia, mejor funcionan los mecanismos de clientelismo y control. Por otra parte, estos responsables políticos se están garantizando cargos institucionales y buenos sueldos para el corto y el medio plazo. Así vemos que, colocados en puestos de cabecera en las listas electorales locales, en la Diputación, en las generales, y previsiblemente en las próximas autonómicas, estos dirigentes pasarán a ser los administradores de "lo que quede", de un partido sin poder institucional con escasa relevancia social. Peor aún, hemos ido conociendo que algunos de ellos, por lo que pudiera pasar próximamente, desde sus cargos institucionales han garantizado puestos laborales a sus compañeros y allegados, a modo "funcionarios fantasmas", procurando llevar la denigrante trama clientelar más allá de la vida política. Mientras que otros, ya mayores, para perpetuar el control sitúan políticamente a hijos y sobrinos. 

Cuando se produjo la última renovación en la cúpula del PSOE andaluz, en marzo de 2010, con José Antonio Griñán al frente, muchos creímos que podría darse una ruptura con esta situación que criticamos y que, unida a la crisis económica, hundía precipitadamente el prestigio y las expectativas electorales del PSOE, pero no fue así en la provincia de Cádiz. Numerosos militantes pensamos que sería ocasión propicia para una renovación de personas, modos de funcionamiento y estructuras. Una renovación no ya sólo para tener ciertas posibilidades electorales, sino para recuperar las señas de identidad del partido. Una renovación que necesariamente pasa por sustituir las personas "de referencia", afrontando con valentía que ya son referencia de lo que no se quiere, auténticos "handicaps" identificados por la mayoría del electorado como políticamente inadecuados, cuando no perjudiciales , para el gobierno y la gestión pública. 

En estas circunstancias, nada se podrá renovar en el PSOE de la provincia de Cádiz, de verdad, mediante el "cumplimiento" de los actuales estatutos del partido, pues estos, con apariencia formal de participación democrática, promocionarán a sus ya antiguos controladores. Quedando como única salida hacer prevalecer las decisiones correctoras de los dirigentes regionales que, sin incumplir las normas, se hagan cargo excepcionalmente de la renovación del partido. Una renovación no sólo imprescindible para presentarse nuevamente ante el electorado con cierta credibilidad, sino para hacer resurgir un PSOE abierto, democrático, honesto y útil en la defensa de los intereses de la mayoría social y las clases trabajadoras. No hay tiempo para aprobar unos nuevos estatutos del partido que abran ventanas, amplíen la participación de los ciudadanos, sacudan lastres e impidan las tramas clientelares que ahora lo atenazan y desprestigian. Por la premura del tiempo y las lamentables circunstancias antes expuestas, creemos que la responsabilidad recae ahora más sobre los dirigentes regionales que sobre los militantes que ya sólo por convicción permanecemos en las agrupaciones del partido en la provincia de Cádiz analizando su deriva.

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