martes, 24 de agosto de 2010

La siesta del Verano en Cádiz de 2010, por José María Esteban González

EN este año redondo y con dos ceros, parece que la siesta agostera de Cádiz no se ha respetado como en otros. Que si un trofeo Carranza que se sitúa al principio y no al final. Que si las barbacoas se mueren (yo ya avise de este desatino, casi el primero). Que si un puente que no se termina, o que si se termina a tiempo. Que si un manifiesto en verano, con lo raro que es manifestarse en verano. Que si unos truenos horrorosos ahí al lado, con gota fría andaluza. Que si Melilla es más de España que de los que se pasean por allí. Que de nuevo sacan la Aduana, esperando que cambie la tortilla, (hay hartibles que no perdonan). Que si seguimos siendo la provincia del paro mayúsculo europeo. Que ahora hay más dinero cuando antes no lo había. Que si se terminan las obras del Consorcio del Bicentenario. ¡Señores así no hay quien duerma!

Creo que el marcaje que la política le hace a la actualidad, ocupando casi en exclusividad el sitio de lo opinable, hace peligrar contradictoriamente el sesteo y casi se convierte en el niño con la trompetita o la pelota, o en el ruido de la música no chill out del vecino de al lado, o el clásico ladrido del perrito solo. Y aquí más, ya que desde que nombraron candidatura de la oposición, hay mas sensibilidad. Una candidata que, para empezar, debe tener el respeto de lo que no se ha respetado y se va de Cádiz, que es la juventud, con su edad y sus ideas. ¡Por favor un poco de silencio, un poquito de por favor!

Pienso que la siesta de Cádiz lleva ya mucho tiempo cambiada de pie. Para mí que la siesta en Cádiz se confunde con una clara pérdida de sentido crítico de la ciudad. A veces para eso se duerme el personal, para que pierda el sentido de la vida, o también para que lo recobre con fuerza ¿no?. Aquí, ¡Qué de difícil es expresarte! Mejor dicho, qué cuesta decir lo que pensamos, sin que actúe el prejuicio, cuando es nuestra verdad la que decimos. Y aunque sea constructiva, molesta, se apunta como el chivato de la clase, y más si no eres de ninguna cuerda o comparsa. O de la cuerda del de enfrente, que más da, si aquí como en lo pequeños pueblos puesto el mote, es para toda la vida.

Sería bueno sestear menos, yo al menos los veranos suelo trabajar mucho, es mi profesión y mi empresa quien lo necesita. Todos deberíamos mover un poco más este país sureño, para que los veranos, que no las vacaciones, que se pueden tomar en otros tragos, no se hagan fijas e inoperantes, como las han hecho los jueces y ya casi todas las administraciones publicas. Esta muy claro que hay que cambiar de hora o de concepto. Trabajar en verano puede ser hasta saludable.

Para mí que Cádiz necesita menos bronca y más sentido de la responsabilidad, que respete el pensamiento y nos despierte las verdades. Uno es más importante si consigue, -con buenas formas y no con broncas confundidas de escala y territorio-, mas para esta tierra. Tierra desierta de ilusiones y que cambia del blanco al negro por arte de birlibirloque. Lo importante es trabajar mucho para recibir también mucho, y no ayudarse con la lupa de los medios en cada paso, para aparentar. Cádiz tiene poco de donde tirar, y no conviene que se vayan nuestros impotentes impuestos en aspavientos y en publicidad engañosa, sino en cosas que agreguen, que no separen y que hagan crecer nuestra tierra.

Sobretodo aquí, debemos ser personas que trabajemos, los que lo tengamos, con ahínco, vergüenza y no paniaguados o subvencionados según convenga. Cada vez mas personas, no cada vez menos. Eso es lo que tendrían que promover los que tienen el dinero bien ganado de épocas mejores, y los que nos representan en las instituciones con el nuestro. Deberían ponerse mutuamente caras de enamorados para sumar, y no caras de rechazo a cualquier encuentro, porque así nos va desde hace tantos años aquí abajo. Y el arroz se nos va pasando, como el del tren del Bicentenario, donde así, es posible que nos quede tiempo más que suficiente entre evento y evento para seguir la siesta del ciudadano. Los de siempre, siempre estarán en todo. En una palabra, y ahora de última moda, hay que tender puentes, no paralizarlos o venderlos como propios, y hacerlos juntos, porque los puentes siempre han unido orillas, no al contrario.

Y los manifiestos dejarlos para los ciudadanos, que es su mejor lamento, aunque a veces, como en el caso de la Aduana, ni se les haya recibido todavía.

Copiado de Diario de Cádiz

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