domingo, 30 de junio de 2013

El triste adiós a la tabaquera

La ciudad pasa de largo ante el cierre de una empresa histórica
JOSÉ ANTONIO HIDALGO | ACTUALIZADO 30.06.2013 - 01:00

POR primera vez en 272 años en Cádiz ya no se fabrica tabaco. La industria más antigua de la ciudad, aquella que llegó a crear cerca de tres mil puestos de trabajo en sus mejores momento y acercó a la mujer al mercado laboral, ha comenzado a echar la baraja del negocio en la ciudad, como en estos tiempos de crisis y de deslocalización de las grandes industrias está pasando con otras firmas. 

Si ya es triste para una ciudad el cierre de una empresa con tal calado histórico, peor es que este adiós se produzca con el silencio de buena parte de la población. Desde que se anunció la marcha de Altadis en cuestión de meses apenas se han producido expresiones de rechazo a esta medida, más
Fábrica de Tabacos de Cadiz
allá de la moción del pleno del Ayuntamiento de Cádiz en favor de la continuidad de esta empresa gaditana, con el apoyo unánime del PP, PSOE e IU, y de los comentarios igualmente negativos a esta medida que trasladamos algunos medios de comunicación de la ciudad. 


Frente a ello llama la atención el vergonzoso silencio de otros colectivos gaditanos que, en las últimas semanas, se están haciendo notar como grandes víctimas de la crisis, el capitalismo y el actual régimen político; colectivos que, megáfono en mano, gritan contra los recortes y, supuestamente, reclaman puestos de trabajo que, curiosamente, en algunos casos ellos mismos han rechazado por ser demasiados cansados de ejecutar. 

Nadie de ellos se ha quejado por esta marcha, nadie de ellos se ha solidarizado con los trabajadores de la histórica tabaquera, nadie de ellos ha acudido a animarlos, arroparlos, a las puertas de la factoría en el último día de trabajo... tal vez porque coincidía con la hora del almuerzo. 

Uno de los promotores de la marcha contra el paro que hoy llega a Cádiz rechazaba hace unos días, cuando se presentó a la prensa esta convocatoria, que la sociedad gaditana fuese pasiva. Bueno, aquí tenemos un ejemplo de ello. Ni él mismo ha protestado por este cierre. 

No es cuestión de lanzarse a la calle ni de adoptar medidas radicales y vandálicas, como cuando se intentó quemar la sede del PSOE en 1995 tras el anuncio del cierre del astillero por parte del entonces gobierno de Felipe González, pero creo que las últimas cigarreras hubieran agradecido algún gesto de cariño de estos vociferantes grupos, que se han quedado afónicos cuando más les necesitaban. 

Hace treinta años más de cien mil gaditanos salimos a la calle en pacífica manifestación en favor de su industria naval. Eran otros tiempos, en los que todos los colectivos sociales, empresariales e incluso políticos estaban unidos en favor del desarrollo común. 

Ahora no. Ahora parece que el que vale es el que más volumen le da a su megáfono. Si pedimos a los políticos mesura en su gestión y en su respeto hacia el ciudadano, especialmente hacia el que más sufre la crisis, habrá que pedir también serenidad y bastante más cabeza a quienes creen que por gritar, presionar e incluso insultar más acaban teniendo más razón.

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