martes, 2 de julio de 2013

El Olivillo. Por Julio Malo de Molina

Es de tan potente entidad la ciudad antigua de Cádiz que la percibimos como un palacio marino, sobre zócalo de murallas que bañan las aguas, cuyas diferentes estancias se organizan en torno a sus calles y espacios públicos a modo de corredores y patios. Esta homogeneidad ha permitido acoger con naturalidad estilos de diferentes épocas, lo cual representa un valor añadido a su sugestiva belleza. Así la arquitectura contemporánea forma parte de su patrimonio edilicio como no podía ser de otro modo en un centro que aún es corazón vivo del área metropolitana. El Movimiento Moderno, producto de las vanguardias de comienzos del siglo XX llega a Cádiz de la inteligente mano de Sánchez Esteve, Rafael Hidalgo y Manuel Fernández-Pujol durante los años treinta, con piezas como el cine municipal, almacenes Hermu y Casa Ponte, muestras aún vivas de integración de la modernidad en la trama. Especialmente sugestivo resultaba una parte del borde en el entorno mágico de La Caleta, con construcciones de enorme valor: Edificio Olivillo de Sánchez Esteve e Hidalgo (1943), Escuela de Enfermería de Juan Jiménez Mata (1969) y Escuela de Naútica de Zanón y Laorga (1970). Pero en un entorno tan bien resuelto la piqueta ha irrumpido con saña destructora.
Ya hace unos años que se derribó la Escuela de Enfermería, exquisita obra de Juan Jiménez Mata, sin que nadie alzara la voz pese a tratarse de uno de los escasos ejemplos en Andalucía de la línea Team Ten, interesante corriente renovadora del Moderno, surgida en el décimo Congreso Internacional de Arquitectura Moderna celebrado en 1956 en Dubrovnik. Este grupo, con personajes de la talla de Alison y Peter Smithson, José Antonio Coderch y Mathias Ungers, entre otros, lideran el pensamiento arquitectónico durante la segunda mitad del XX.
El Olivillo
El pasado día 25 la prensa anuncia la decisión de la Junta de Andalucía de demoler el Olivillo, pieza emblemática del periodo canónico del Movimiento Moderno (1920-1970) tal como se reconoce en el Registro del DoCoMoMo, Fundación Internacional para la Documentación y Conservación del Movimiento Moderno. Sorprende el abandono de tan importante construcción con el cual se pretende justificar su demolición, sobre todo si se compara con el cuidado y protección concedidos a un edificio tardo historicista como la Aduana de 1959, que no supera ningún análisis riguroso sobre su interés, y además de ocultar la bella fachada de la Estación de 1905, impide la recomposición de la plaza entre el acceso ferroviario y los muelles que pudiera significar un singular umbral de la ciudad al mundo. No menor disparate representa el absurdo cuento de que van a reproducir la fachada del Olivillo cuando se reedifique el solar resultante, una burla a la ciencia pues un edificio no es un escaparate. Y eso mismo cuentan de Naútica, también en estado de abandono para justificar su inminente derribo. Y ojo con el Hospicio, de lo mejor del Neoclásico andaluz, sin duda una de los monumentos esenciales de la ciudad, abandonado y en avanzado estado de progresiva ruina, cualquier día consideran justificado meterle la piqueta y luego montan un decorado más propio de Disneylandia que de la ciudad más antigua del occidente europeo.

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