SÍ, elogio y agradecimiento. Y no a unos políticos perfectos e inmaculados que no existen, sino a los políticos reales que tenemos: a los que hemos elegido, y a los que, con nuestro voto, podemos cambiar.
A menudo se dice que los españoles tenemos muy mala opinión de los políticos; que son más un problema que una solución. Y concluimos: "todos los políticos son iguales". Eso no es verdad y, además, es muy injusto. Evidentemente, nuestros políticos -gobiernen o estén en la oposición- cometen errores, a veces serios y frecuentes; pero, ¿no 'cometerán', también, numerosos y frecuentes, aciertos? Si reconocemos con facilidad los primeros, ¿no podríamos hacer lo mismo con los segundos? No olvidemos que en, gran medida, debemos a esas personas nuestro nivel de vida y de democracia.
Nuestros políticos son tan 'manifiestamente mejorables' como lo somos todos nosotros. José Antonio López escribía en este Diario sobre "el ciudadano impasible" ante los atropellos que sufre, y cómo esa actitud lleva a un "preocupante borreguismo" (12-6-2010). La pensadora Victoria Camps, en su último libro, El declive de la ciudadanía, afirma que los cimientos de la convivencia y de las instituciones democráticas pueden estar en peligro si no superamos nuestro actual déficit de ciudadanía.
Exijamos más a nuestros políticos sí, pero agradezcamos también su trabajo. Que los incompetentes o corruptos sean apartados de la política, pero que esos pocos no cuestionen la valiosa tarea de la inmensa mayoría. No descalifiquemos, ante nuestros hijos y alumnos, a quienes dedican unos años de su vida a servir a la sociedad; al contrario, acentuemos la educación en el aprecio a la democracia, la participación, la responsabilidad, el espíritu crítico. Del desprecio a los políticos nacen los mesías salvadores de la patria; de la educación cívica, los ciudadanos y los políticos que nos permitirán seguir viviendo en democracia, fortalecerla y hacerla universal. ¡Gracias, políticos!
Publicado en Diario de Cádiz
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