(Es una entrada copiada del blog de Jordi Sevilla, escrita el pasado Domingo, 30 de Mayo de 2010)
Casi todas las encuestan reflejan que si las elecciones generales se realizasen ahora, el PP las ganaría, incluso con Rajoy. Esa es la mejor razón para que el Presidente Zapatero no las adelante. De cumplirse el calendario previsto, falatrían casi dos años hasta la fecha electoral. Y, en dos años, todo puede cambiar mucho, muchas veces. El problema, para el PSOE, es cómo llegar hasta entonces en las mejores condiciones políticas posibles tras el revés de los recortes y el “error” con los ayuntamientos. Algunas ideas se me ocurren sobre lo que creo que van a hacer. Si ZP juega bien sus cartas, puede incluso volver a ganar las generales.
Lo primero es, claro, no ceder a las peticiones interesadas de adelantar las elecciones ahora que está en el punto más bajo del ciclo electoral. Hay que intentar agotar la legislatura, como sea, para desgastar a la oposición que tendrá difícil aguantar dos años con el “váyase” como único programa político, mientras el caso GÜrtel se va cobrando piezas. Para llegar, tiene que superar cuatro pruebas interrelacionadas: la huelga general, los presupuestos, las municipales y autonómicas y la recuperación de la economía.
Instalados, como está el Gobierno, en la fase de los recortes del gasto público y de las reformas estructurales, aprobará otro Decreto Ley con una reforma del mercado laboral que llevará a los sindicatos a convocar una huelga general. Aunque esto hará que Zapatero apure el cáliz de sus peores pesadillas personales, tendrá dos efectos políticos: primero, dejará al PP sin discurso al haberse apropiado el Gobierno de la “ortodoxia” contra la crisis. Es más, si el PP sigue cometiendo torpezas como el voto negativo a los recortes, mezclado con un cierto populismo, le empujará hacia una derecha radical e inconsistente muy alejada del votante de centro. Segundo, dado que el resultado de la huelga, aunque importante, no será espectacular (como lo fué el 14-D), se corre el riesgo de que acabe debilitando más a unos sindicatos a los que no sobra prestigio social, tras haberle permitido al PSOE “centrar” su imagen entre una derecha y una izquierda “ultramontanas”, aliadas en pinza objetiva contra él (los medios de la derecha jalearan la huelga como propia).
A partir de ahí, antes del verano en todo caso, agotado el recorrido del ajuste más reformas y tras la huelga, el Gobierno iniciará un paulatino pero evidente “giro a la izquierda”: impuestos a los ricos etc, con gestos de autoridad frente al “desmadre” autonómico y municipal. Con ello, golpeando a izquierda y derecha, intentará darle oxígeno a los sindicatos que se podrán apuntar parte de las medidas, intentará darle la puntilla a un PP cada vez más huérfano de discurso y, sobre todo, iniciar una aproximación seria a la izquierda parlamentaria en busca de los siete votos que necesitará para aprobar los próximos presupuestos. Es cierto que CiU dijo que no los apoyará. ¿Y qué, si tampoco apoyó los actuales, ni los anteriores, ni los de antes de los anteriores? Sin descartar otras opciones (PNV, CC etc) los votos de izquierda (siete) serán el objetivo prioritario para superar la próxima prueba presupuestaria.
Desde ahí, las elecciones autonómicas y municipales serán la siguiente gran prueba a la que se llegará con un Gobierno fortalecido por haber superado los obstáculos puestos en su camino por los demás y un PP debilitado por no haber sido capaz de tumbar al Gobierno ni tampoco de apoyarlo. Y con el examen “Camps” pendiente de los Tribunales.
El PSOE, con un discurso radicalizado izquierda-derecha y revestido con el traje de la responsabilidad por haber hecho frente a lo que tenía que hacer, para superar la crisis sin arrugarse, centrará la campaña en tres o cuatro objetivos de alto riesgo y alto valor simbólico: Castilla la Mancha, Sevilla, Comunidad Valenciana etc. Puede pasar dos cosas: que su electorado haya recuperado la moral y el discurso de confrontación les vuelva a movilizar o que decidan darle a ZP un voto de castigo en forma de abstención (el síndrome del 2000) en las autonómicas y municipales. Tanto en un caso como en otro, bien sea por la moral recuperada o por el susto tras una apabullante victoria del PP, el actual tsunami electoral volverá a voltearse de cara a las generales del 2012 a las que se hará frente con una situación económica más templada que la actual y, esperemos, con algunos síntomas de mejoría en la economía mundial y española.
En esas circunstancias, el PSOE puede volver a ganar las generales siempre que: primero, el candidato vuelva a ser un ZP que anunciará que es su ultima vez, por lo que, tras las elecciones, se abrirá un período de cambio ordenado en el Partido; segundo, siempre que el PP mantenga a su actual candidato y, tercero, la situación económica no empeore y exista la convicción de que las cosas van, poco a poco, mejorando. Porque entonces, el Gobierno, se podrá atribuir en exclusiva los méritos.
He contado, en otro post, cuales son las razones electorales que aconsejan mantener los actuales discursos políticos, tanto en uno como en otro de los dos partidos principales. Ahora, he querido contribuir con este post a dibujar un escenario de lo que creo va a hacer ZP para mejorar su posición actual y situarse con posibilidades de volver a ganar las próximas elecciones. Es un análisis desapasionado y un pronóstico, hoy arriesgado, sujeto a muchas variables. Puede ser así, o todo lo contrario. Pero demuestra que no se puede vender la piel del oso, antes de cazarlo.
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