sábado, 9 de junio de 2012

Compra de voluntades


Luciano Albarrán
Artículo publicado en Viva Cádiz
Me irrita ver a una persona que ha sido elegido por sus compañeros hablar mal de los mismos. Me enerva ver la actitud, las formas, el talante, la falta de democracia, el mal perder. Me escandaliza y me enfada que se menosprecie y se de una imagen de catetismo de una organización como es el PSOE. Y digo todo esto a colación de la derrota de Cabaña en un congreso que sólo era para elegir a las personas que irían como delegadas a votar al secretario general del PSOE de Andalucía, no quiero imaginar como se pondrá el sr. Cabaña si, finalmente, la lista que avale para el congreso provincial no sale elegida.

En estos días hemos leído y oído barbaridades muy grandes del propio Cabaña tras conocerse el resultado de este congresillo. La más fuerte y posiblemente la más dura ha sido la de la compra de voluntades. Es muy lamentable que sea él, precisamente, quién hable de compra de voluntades. Muchos recordamos como se ganó el congresillo celebrado en la provincia para elegir a los delegados al congreso federal y que la lista renovadora perdió por nueve votos de diferencia, por aquel entonces nadie habló de compra de voluntades, pero Cabaña todavía era portavoz en la Diputación.

Es triste esta imagen que se da, porque mientras el PSOE anda revolcándose en si mismo, el PP sigue mintiendo a los ciudadanos con el tema de los BAM, sigue haciendo en la ciudad y la provincia dejadez de funciones, siguen tratando a los ciudadanos como si fuéramos tontos. Claro, si la oposición, en este caso el PSOE, está más preocupado de si fulano o mengano se han pasado al otro bando interno, el PP, a sus anchas, se frota las manos y sigue haciendo lo que más le gusta y donde más cómodo se mueve, en las aguas revueltas de su adversario político.

Al final, perdemos los ciudadanos, como siempre. Cuando el dirigente de un partido no sabe establecer el contacto con sus compañeros, cuando no es capaz de comprender la situación, cuando ya ha llegado a un estado de “altísimo”, es cuando se debilitan las ideas y se pierde el sentido del por qué uno entró en política, es cuando definitivamente se pierden las formas y se cometen este tipo de errores que se acaban pagando con las derrotas electorales por falta de confianza. Creo, desde mi punto de vista, que cuando uno sufre este síndrome y no se da cuenta, tienen también la culpa quienes estando a su lado no han sido capaces de advertírselo, ¿eso es a lo que se llama normalmente compra de voluntades? Que cada cual saque su conclusión.

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