A veces hay en la ziquierda mucho personaje parecido a esa figura escultórica del artista mexicano Gonzalo Lebrija, la cual, expresión magistral del lamento, nos muestra a un hombre apoyado contra una enorme pared sobre la que llora sus penas. ¡Cuántas veces oímos a líderes del PSOE, por ejemplo, quejarse de la hegemonía del neoliberalismo, de las imposiciones de la ortodoxia económica imperante, de los abusos de mercados que siguen desregulados! Hoy mismo se pueden abrir los periódicos, o ver qué circula por las redes sociales, para confirmar la abundancia de declaraciones en ese sentido. Sin embargo, lamentarse desde la impotencia no nos lleva a ningún sitio.
Para ir a algún lugar que no sea el "Estado mínimo" propugnado por neoliberales tanto confesos como camuflados, es necesario que más allá de tanto lamento sea toda la izquierda la que se ponga de verdad en movimiento. El problema de fondo, no obstante, es que el lamento por el empuje del neoliberalismo, que viene de atrás pero que se ha recrudecido a lo largo de la crisis inducida por las mismas políticas neoliberales, es algo más que expresión de sentimientos. Supone el aflorar de las propias contradicciones cuando se maldice aquello a lo que se ha sucumbido y que, a veces, incluso se ha asumido en un excesivo hacer virtud de la necesidad. En esos casos hay que desvelar cómo lo que se presenta como rigor económico es pasaporte ideológico hacia la derecha.
Para profundizar en todo ello me permito recomendar la lectura, para quienes no la hayan hecho, del artículo de los economistas Jorge Fabra Utray y Juan I. Bartolomé Gironella publicado ayer en El País bajo el título "No es econo´mía, es ideología":http://www.elpais.com/articulo/opinion/economia/ideologia/elpepuopi/20110917elpepiopi_4/Tes
No hay comentarios:
Publicar un comentario