Sr. D. Francisco González Cabaña
Secretario General de la C.E.P.
del PSOE de Cádiz
Plaza de San Antonio, 7
11001 CADIZ
Estimado compañero:
Leo estos días en la prensa que la Ejecutiva Provincial respalda la designación de los compañeros Manuel Chaves, Mamen Sánchez, Salvador de la Encina y tú mismo como candidatos al Congreso de los Diputados en las próximas elecciones generales que se celebrarán en noviembre.
Desde la autoridad que me dan treinta años de militancia, el haber trabajado para el Partido asumiendo responsabilidades internas e institucionales en diferentes etapas, y lo que es más importante, llevando la voz del Partido a todos aquellos con los que me he relacionado, teniendo el socialismo como referente y estilo de vida, no puedo por menos que manifestar respetuosamente mi discrepancia con la expresada designación directa de candidatos a ocupar los primeros puestos en la lista electoral.
Y ello por diferentes razones que expongo a continuación:
Los nuevos tiempos, el imparable ascenso de la derecha, la situación de profunda crisis económica que sufrimos, el “sobresaltado despertar” a la vida política de muchos ciudadanos que vivían plácidamente en su Estado de Bienestar y que jamás pensaron que este pudiera desaparecer, la nueva situación internacional, el predominio del capitalismo salvaje, especulativo y depredador (al que ahora llaman eufemísticamente “los mercados”) que originó esta crisis para desmontar el sistema de avances sociales conseguidos con la lucha de la izquierda durante el último siglo, requieren un reposicionamiento del Partido. Sin embargo, este reposicionamiento no hay que buscarlo fuera, en teorías políticas ajenas, sino que está muy cercano: nada más y nada menos que en el art. 2 de nuestros Estatutos Federales aprobados en el 37º Congreso Federal. Este artículo debe siempre estar en nuestra mente, y todas aquellas políticas que desarrollemos jamás deben obviarlo.
Cualquier política, cualquier actuación del Partido que olvide que el mismo es una organización de la clase trabajadora que tiene como razón de ser la lucha contra la explotación, nos llevará a alejarnos no solo de nuestros principios fundamentales, sino lo que es más grave, supondrán una traición a nuestros militantes, y un fraude a los votantes, hombres y mujeres que consideran al PSOE como una herramienta para mejorar la sociedad, y hacerla más justa y democrática.
No quiero extenderme en un análisis prolijo de la situación actual de la sociedad, del Partido y de la situación económica y política, porque todos la conocemos y no es este el foro ni el momento para hacerlo. Lo que sí dudo es que todos hayamos entendido que esto está cambiando y no podemos seguir dando las mismas viejas respuestas a las nuevas preguntas.
Las organizaciones entran en declive cuando no son capaces de adaptarse a los nuevos tiempos y a los nuevos requerimientos que las sociedades demandan. En un mundo cambiante a velocidad vertiginosa, y donde los referentes cambian día a día, donde ya nada es lo que era y los mitos se derrumban al poco tiempo, el empecinamiento en mantener determinadas posturas y la resistencia a los cambios son signos de una conducta suicida que llevan más pronto que tarde a estas organizaciones a la desaparición o en el mejor de los casos, a mantener solo una presencia testimonial.
El Partido, a lo largo de su dilatada historia, ha sabido mantenerse siempre en la cresta de la ola de la lucha por los derechos de los humildes, ha sido vanguardia de la clase trabajadora, y para ello, se ha adaptado a los tiempos y a las circunstancias que le ha tocado vivir, adoptando además aquellas formas de lucha que eran más convenientes, utilizando todas las herramientas que estaban en sus manos, y adaptando su discurso táctico al momento histórico. Pero todo lo ha hecho sin perder de vista que el Partido no era un fin en sí mismo, sino un formidable instrumento para el progreso, el cambio y la justicia social.
El Partido no es una organización difusa ni abstracta: el Partido es la reunión y la unión de sus militantes. Hombres y mujeres humildes que creemos en el progreso, en la libertad y en la democracia y que estamos convencidos de que solo estando juntos podemos conseguir estos objetivos. Porque sabemos que solo la unión hace la fuerza y para ello tenemos que organizarnos en una estructura que canalice nuestras ideas, nuestro trabajo en pos del cambio, la necesaria comunicación a la sociedad y finalmente, la plasmación de las mismas en la realidad.
El Partido no es el Gobierno, ni el Grupo Parlamentario, ni los pocos gobiernos regionales que retenemos, ni las Diputaciones que siguen siendo socialistas, ni los Ayuntamientos en los que gobernamos. No son las Casas del Pueblo, ni los cargos públicos, ni los dirigentes. El Partido es algo mucho más grande: es la esperanza de millones de personas que nos han votado porque creían que defendíamos mejor sus intereses que lo que lo hubieran hecho otras formaciones políticas.
Sin embargo, desde el pasado mes de mayo, tras las elecciones municipales y autonómicas, el enorme ascenso del partido de la derecha nos indica que hemos dejado de ser esa esperanza para la mayoría de los votantes, que consideran que el PP tiene más credibilidad para gobernar y para sacar al país de esta crisis.
No ha habido debate dentro del partido, no ha habido confrontación de ideas para extraer las debidas enseñanzas de los resultados de estos comicios. Nos hemos encerrado en nosotros mismos. Nos hemos preocupado solo por la sucesión a la candidatura a la Presidencia del Gobierno y nada más. Hemos obviado que desde el 15 de mayo, cientos de miles de ciudadanos indignados han salido a la calle y se han organizado en unos procesos asamblearios que aunque caóticos en principio, tienen una fuerza arrolladora, están tomando forma y pueden ser el germen de un cambio de mentalidad ciudadana de consecuencias imprevisibles políticamente hablando.
Y todo ello, aventuro que puede ser debido a que nuestros dirigentes, nuestros cargos públicos, a fuer de serlos, han perdido el contacto con la realidad.
Porque después de décadas de permanecer en cargos representativos, y de disfrutar de las prebendas que el poder otorga, cualquiera pierde ese contacto con la realidad. Esa realidad, amarga y desagradable, que aun cuando la intentemos ignorar, sigue ahí: casi cinco millones de personas sin empleo, cientos de miles viviendo de ayudas sociales, decenas de miles que han perdido sus casas y aún así seguirán hipotecados de por vida, continuos recortes de los derechos sociales, carestía de la vida, y en el otro lado de la calle, los bancos, el capital especulativo y los grandes oligopolios ganando cada vez más dinero a costa de todos.
No puedo, desde mi espíritu socialista, más que rebelarme contra este estado de cosas. Comparto muchos de los postulados de estas personas que han tomado la calle, pero yo ya estoy organizado, porque cuento con un instrumento poderoso que se llama Partido Socialista Obrero Español.
Pero los cambios, al igual que la caridad (según dicen) comienzan por uno mismo. Este Partido no podrá cambiar ni podrá impulsar ninguna de las medidas que la sociedad nos exige si no somos capaces de hacer una renovación completa, empezando por los dirigentes.
No entiendo que se ponga de número uno de la lista al compañero Manuel Chaves, por mucha experiencia política que tenga y por mucho que le debamos los gaditanos, los andaluces y los españoles. Le agradecemos enormemente toda una vida dedicada a la cosa pública, en sus diferentes responsabilidades, pero creemos que es hora de que después de 34 años de mantener un cargo tras otro, dé un paso atrás y permita que otros compañeros con nuevas ilusiones, nuevos proyectos, nuevas maneras de hacer las cosas, tomen el relevo.
Tampoco entiendo que tu, compañero Paco, vayas de número dos. Treinta años en política son muchos años. Tus responsabilidades como alcalde, como Presidente de la Diputación y como Secretario General del Partido en Cádiz, te hacen acreedor a nuestro reconocimiento. No es por gusto que llevas 28 años como alcalde de tu pueblo, y que seguirás cuatro años más habiendo perdido solo 348 votos en las últimas elecciones. Pero Cádiz no es Benalup, y para el conjunto de la provincia me temo que ya no eres tan buen candidato.
En cuanto al compañero Salvador de la Encina, cuatro legislaturas como Diputado en el Congreso creo que son más que suficientes para demostrar su valía. Opino que también debe hacerse un lado y permitir que otros compañeros tengan la posibilidad de acceder a la Cámara para trabajar por el socialismo, con ansias renovadas.
Por último, sobre la compañera Mamen Sánchez, tras tres legislaturas siendo Diputada, va llegando la hora de que pase a otras responsabilidades, con la experiencia que ya arrastra.
En los cuatro casos además, se contraviene lo establecido en el art. 71 de los Estatutos, que propugna la renovación periódica y gradual en el ejercicio de las funciones públicas, evitando la acumulación de cargos tanto orgánicos como institucionales.
Desde hace muchos años, demasiados ya, no existe renovación en los dirigentes del Partido. Parece que algunos quieren perpetuarse en los órganos de dirección, y seguir en los cargos de poder de modo vitalicio. Se nos dirá que todos ellos han sido elegidos democráticamente, cosa cierta, pero tampoco se nos puede negar que desde las posiciones de poder es muy fácil, demasiado fácil, seguir manteniéndose en la cúspide.
Esto tiene además graves consecuencias. Así, no se cuenta con los compañeros y compañeras más preparados para asumir puestos y cargos de responsabilidad. Se está desaprovechando un capital humano importantísimo, imprescindible y absolutamente necesario para que este Partido no se quede atrás.
Por todo ello, considerando que los militantes somos algo más que un número en un carnet, doy un paso al frente y acogiéndome a los derechos que me otorga el art. 7 de los Estatutos Federales, y en concreto su párrafo f. reivindico mi derecho a ser candidato en las próximas elecciones generales, sin veto o reparo alguno que suponga discriminación o ventaja, ya que cumplo todos los requisitos de antigüedad, no tengo incompatibilidad y además, estoy al corriente en la cotización de cuotas.
Considero que por mi trayectoria personal, política, laboral y académica, me encuentro plenamente capacitado para asumir el cargo de Diputado al Congreso o Senador. Mi preparación intelectual, mi defensa de los valores socialistas, mi compromiso con los más débiles, mi prestigio entre aquellos que me conocen, son suficientes avales para darme la oportunidad de luchar por mejorar nuestra sociedad desde un cargo de responsabilidad política.
Probablemente se me diga que este no es el momento, que como están las cosas hay que poner a candidatos fuertes, conocidos y consolidados. Que poner a un desconocido es garantía de perder. Pero yo digo: ¿Quién conocía a Manuel Chaves en 1977 o incluso a Felipe González en esa época? ¿Quién conoce a Mamen Sánchez fuera de Jerez? ¿ y a José Carracao fuera del Campo de Gibraltar?. Los políticos se eligen y después se hacen populares o conocidos. ¿Cuántos habíamos oído el nombre de Zapatero antes de anunciar su candidatura a la Secretaría General? Ni siquiera Felipe González lo conocía, según declaró él mismo. En otros partidos, ¿Quién conocía a Juan Carlos Juárez, vendedor de pisos, cuando se presentó a alcalde de La Línea y sacó primero 17 y después 21 concejales?
Si el Partido renueva sus listas, contando con nuevos candidatos, hombres y mujeres preparados, cultos, de intachable moral y conducta, socialistas de verdad, con una trayectoria vital demostrable, que tengan su medio de vida propio y que no pretendan hacer de la política una profesión, sino solo un instrumento para mejorar la vida de sus semejantes, sin hipotecas ni ataduras salvo a los principios socialistas, dará una imagen de renovación que será entendida por los votantes como el intento de dar un giro a la situación, de adaptarse a las nuevas circunstancias, de romper con el pasado y de estar preparado para el futuro.
Aunque el sistema de primarias no está establecido según las normas internas del Partido para la elección de candidatos a las elecciones generales, considero que sería un sano ejercicio de democracia interna preguntar a los y las militantes sobre sus preferencias a la hora de componer las listas.
Por lo expuesto, y en ejercicio del derecho que me da el apartado i. del mencionado artículo 7, solicito se me proporcione un listado del censo de militantes de la provincia de Cádiz y se me autorice a dirigirme a todos y cada uno de los mismos a fin de hacerles llegar mi propuesta y solicitarles el correspondiente respaldo a la misma.
En la confianza de que obtendré una respuesta positiva a esta petición, quedo a la espera de tus noticias y aprovecho para saludarte muy atentamente.
Fdo. Francisco de Paula Díaz Mateos
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Secretario General de la C.E.P.
del PSOE de Cádiz
Plaza de San Antonio, 7
11001 CADIZ
Estimado compañero:
Leo estos días en la prensa que la Ejecutiva Provincial respalda la designación de los compañeros Manuel Chaves, Mamen Sánchez, Salvador de la Encina y tú mismo como candidatos al Congreso de los Diputados en las próximas elecciones generales que se celebrarán en noviembre.
Desde la autoridad que me dan treinta años de militancia, el haber trabajado para el Partido asumiendo responsabilidades internas e institucionales en diferentes etapas, y lo que es más importante, llevando la voz del Partido a todos aquellos con los que me he relacionado, teniendo el socialismo como referente y estilo de vida, no puedo por menos que manifestar respetuosamente mi discrepancia con la expresada designación directa de candidatos a ocupar los primeros puestos en la lista electoral.
Y ello por diferentes razones que expongo a continuación:
Los nuevos tiempos, el imparable ascenso de la derecha, la situación de profunda crisis económica que sufrimos, el “sobresaltado despertar” a la vida política de muchos ciudadanos que vivían plácidamente en su Estado de Bienestar y que jamás pensaron que este pudiera desaparecer, la nueva situación internacional, el predominio del capitalismo salvaje, especulativo y depredador (al que ahora llaman eufemísticamente “los mercados”) que originó esta crisis para desmontar el sistema de avances sociales conseguidos con la lucha de la izquierda durante el último siglo, requieren un reposicionamiento del Partido. Sin embargo, este reposicionamiento no hay que buscarlo fuera, en teorías políticas ajenas, sino que está muy cercano: nada más y nada menos que en el art. 2 de nuestros Estatutos Federales aprobados en el 37º Congreso Federal. Este artículo debe siempre estar en nuestra mente, y todas aquellas políticas que desarrollemos jamás deben obviarlo.
Cualquier política, cualquier actuación del Partido que olvide que el mismo es una organización de la clase trabajadora que tiene como razón de ser la lucha contra la explotación, nos llevará a alejarnos no solo de nuestros principios fundamentales, sino lo que es más grave, supondrán una traición a nuestros militantes, y un fraude a los votantes, hombres y mujeres que consideran al PSOE como una herramienta para mejorar la sociedad, y hacerla más justa y democrática.
No quiero extenderme en un análisis prolijo de la situación actual de la sociedad, del Partido y de la situación económica y política, porque todos la conocemos y no es este el foro ni el momento para hacerlo. Lo que sí dudo es que todos hayamos entendido que esto está cambiando y no podemos seguir dando las mismas viejas respuestas a las nuevas preguntas.
Las organizaciones entran en declive cuando no son capaces de adaptarse a los nuevos tiempos y a los nuevos requerimientos que las sociedades demandan. En un mundo cambiante a velocidad vertiginosa, y donde los referentes cambian día a día, donde ya nada es lo que era y los mitos se derrumban al poco tiempo, el empecinamiento en mantener determinadas posturas y la resistencia a los cambios son signos de una conducta suicida que llevan más pronto que tarde a estas organizaciones a la desaparición o en el mejor de los casos, a mantener solo una presencia testimonial.
El Partido, a lo largo de su dilatada historia, ha sabido mantenerse siempre en la cresta de la ola de la lucha por los derechos de los humildes, ha sido vanguardia de la clase trabajadora, y para ello, se ha adaptado a los tiempos y a las circunstancias que le ha tocado vivir, adoptando además aquellas formas de lucha que eran más convenientes, utilizando todas las herramientas que estaban en sus manos, y adaptando su discurso táctico al momento histórico. Pero todo lo ha hecho sin perder de vista que el Partido no era un fin en sí mismo, sino un formidable instrumento para el progreso, el cambio y la justicia social.
El Partido no es una organización difusa ni abstracta: el Partido es la reunión y la unión de sus militantes. Hombres y mujeres humildes que creemos en el progreso, en la libertad y en la democracia y que estamos convencidos de que solo estando juntos podemos conseguir estos objetivos. Porque sabemos que solo la unión hace la fuerza y para ello tenemos que organizarnos en una estructura que canalice nuestras ideas, nuestro trabajo en pos del cambio, la necesaria comunicación a la sociedad y finalmente, la plasmación de las mismas en la realidad.
El Partido no es el Gobierno, ni el Grupo Parlamentario, ni los pocos gobiernos regionales que retenemos, ni las Diputaciones que siguen siendo socialistas, ni los Ayuntamientos en los que gobernamos. No son las Casas del Pueblo, ni los cargos públicos, ni los dirigentes. El Partido es algo mucho más grande: es la esperanza de millones de personas que nos han votado porque creían que defendíamos mejor sus intereses que lo que lo hubieran hecho otras formaciones políticas.
Sin embargo, desde el pasado mes de mayo, tras las elecciones municipales y autonómicas, el enorme ascenso del partido de la derecha nos indica que hemos dejado de ser esa esperanza para la mayoría de los votantes, que consideran que el PP tiene más credibilidad para gobernar y para sacar al país de esta crisis.
No ha habido debate dentro del partido, no ha habido confrontación de ideas para extraer las debidas enseñanzas de los resultados de estos comicios. Nos hemos encerrado en nosotros mismos. Nos hemos preocupado solo por la sucesión a la candidatura a la Presidencia del Gobierno y nada más. Hemos obviado que desde el 15 de mayo, cientos de miles de ciudadanos indignados han salido a la calle y se han organizado en unos procesos asamblearios que aunque caóticos en principio, tienen una fuerza arrolladora, están tomando forma y pueden ser el germen de un cambio de mentalidad ciudadana de consecuencias imprevisibles políticamente hablando.
Y todo ello, aventuro que puede ser debido a que nuestros dirigentes, nuestros cargos públicos, a fuer de serlos, han perdido el contacto con la realidad.
Porque después de décadas de permanecer en cargos representativos, y de disfrutar de las prebendas que el poder otorga, cualquiera pierde ese contacto con la realidad. Esa realidad, amarga y desagradable, que aun cuando la intentemos ignorar, sigue ahí: casi cinco millones de personas sin empleo, cientos de miles viviendo de ayudas sociales, decenas de miles que han perdido sus casas y aún así seguirán hipotecados de por vida, continuos recortes de los derechos sociales, carestía de la vida, y en el otro lado de la calle, los bancos, el capital especulativo y los grandes oligopolios ganando cada vez más dinero a costa de todos.
No puedo, desde mi espíritu socialista, más que rebelarme contra este estado de cosas. Comparto muchos de los postulados de estas personas que han tomado la calle, pero yo ya estoy organizado, porque cuento con un instrumento poderoso que se llama Partido Socialista Obrero Español.
Pero los cambios, al igual que la caridad (según dicen) comienzan por uno mismo. Este Partido no podrá cambiar ni podrá impulsar ninguna de las medidas que la sociedad nos exige si no somos capaces de hacer una renovación completa, empezando por los dirigentes.
No entiendo que se ponga de número uno de la lista al compañero Manuel Chaves, por mucha experiencia política que tenga y por mucho que le debamos los gaditanos, los andaluces y los españoles. Le agradecemos enormemente toda una vida dedicada a la cosa pública, en sus diferentes responsabilidades, pero creemos que es hora de que después de 34 años de mantener un cargo tras otro, dé un paso atrás y permita que otros compañeros con nuevas ilusiones, nuevos proyectos, nuevas maneras de hacer las cosas, tomen el relevo.
Tampoco entiendo que tu, compañero Paco, vayas de número dos. Treinta años en política son muchos años. Tus responsabilidades como alcalde, como Presidente de la Diputación y como Secretario General del Partido en Cádiz, te hacen acreedor a nuestro reconocimiento. No es por gusto que llevas 28 años como alcalde de tu pueblo, y que seguirás cuatro años más habiendo perdido solo 348 votos en las últimas elecciones. Pero Cádiz no es Benalup, y para el conjunto de la provincia me temo que ya no eres tan buen candidato.
En cuanto al compañero Salvador de la Encina, cuatro legislaturas como Diputado en el Congreso creo que son más que suficientes para demostrar su valía. Opino que también debe hacerse un lado y permitir que otros compañeros tengan la posibilidad de acceder a la Cámara para trabajar por el socialismo, con ansias renovadas.
Por último, sobre la compañera Mamen Sánchez, tras tres legislaturas siendo Diputada, va llegando la hora de que pase a otras responsabilidades, con la experiencia que ya arrastra.
En los cuatro casos además, se contraviene lo establecido en el art. 71 de los Estatutos, que propugna la renovación periódica y gradual en el ejercicio de las funciones públicas, evitando la acumulación de cargos tanto orgánicos como institucionales.
Desde hace muchos años, demasiados ya, no existe renovación en los dirigentes del Partido. Parece que algunos quieren perpetuarse en los órganos de dirección, y seguir en los cargos de poder de modo vitalicio. Se nos dirá que todos ellos han sido elegidos democráticamente, cosa cierta, pero tampoco se nos puede negar que desde las posiciones de poder es muy fácil, demasiado fácil, seguir manteniéndose en la cúspide.
Esto tiene además graves consecuencias. Así, no se cuenta con los compañeros y compañeras más preparados para asumir puestos y cargos de responsabilidad. Se está desaprovechando un capital humano importantísimo, imprescindible y absolutamente necesario para que este Partido no se quede atrás.
Por todo ello, considerando que los militantes somos algo más que un número en un carnet, doy un paso al frente y acogiéndome a los derechos que me otorga el art. 7 de los Estatutos Federales, y en concreto su párrafo f. reivindico mi derecho a ser candidato en las próximas elecciones generales, sin veto o reparo alguno que suponga discriminación o ventaja, ya que cumplo todos los requisitos de antigüedad, no tengo incompatibilidad y además, estoy al corriente en la cotización de cuotas.
Considero que por mi trayectoria personal, política, laboral y académica, me encuentro plenamente capacitado para asumir el cargo de Diputado al Congreso o Senador. Mi preparación intelectual, mi defensa de los valores socialistas, mi compromiso con los más débiles, mi prestigio entre aquellos que me conocen, son suficientes avales para darme la oportunidad de luchar por mejorar nuestra sociedad desde un cargo de responsabilidad política.
Probablemente se me diga que este no es el momento, que como están las cosas hay que poner a candidatos fuertes, conocidos y consolidados. Que poner a un desconocido es garantía de perder. Pero yo digo: ¿Quién conocía a Manuel Chaves en 1977 o incluso a Felipe González en esa época? ¿Quién conoce a Mamen Sánchez fuera de Jerez? ¿ y a José Carracao fuera del Campo de Gibraltar?. Los políticos se eligen y después se hacen populares o conocidos. ¿Cuántos habíamos oído el nombre de Zapatero antes de anunciar su candidatura a la Secretaría General? Ni siquiera Felipe González lo conocía, según declaró él mismo. En otros partidos, ¿Quién conocía a Juan Carlos Juárez, vendedor de pisos, cuando se presentó a alcalde de La Línea y sacó primero 17 y después 21 concejales?
Si el Partido renueva sus listas, contando con nuevos candidatos, hombres y mujeres preparados, cultos, de intachable moral y conducta, socialistas de verdad, con una trayectoria vital demostrable, que tengan su medio de vida propio y que no pretendan hacer de la política una profesión, sino solo un instrumento para mejorar la vida de sus semejantes, sin hipotecas ni ataduras salvo a los principios socialistas, dará una imagen de renovación que será entendida por los votantes como el intento de dar un giro a la situación, de adaptarse a las nuevas circunstancias, de romper con el pasado y de estar preparado para el futuro.
Aunque el sistema de primarias no está establecido según las normas internas del Partido para la elección de candidatos a las elecciones generales, considero que sería un sano ejercicio de democracia interna preguntar a los y las militantes sobre sus preferencias a la hora de componer las listas.
Por lo expuesto, y en ejercicio del derecho que me da el apartado i. del mencionado artículo 7, solicito se me proporcione un listado del censo de militantes de la provincia de Cádiz y se me autorice a dirigirme a todos y cada uno de los mismos a fin de hacerles llegar mi propuesta y solicitarles el correspondiente respaldo a la misma.
En la confianza de que obtendré una respuesta positiva a esta petición, quedo a la espera de tus noticias y aprovecho para saludarte muy atentamente.
Fdo. Francisco de Paula Díaz Mateos
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