HEMOS estado viviendo durante los últimos meses las desavenencias entre las distintas partes que formamos el PSOE. Muchos tratamos, en las etapas previas al congreso provincial, de crear un equipo con ideas y prácticas renovadas, tras el mandato que tocaba a su fin de Francisco González Cabaña. Ese nuevo proyecto político estaba obligado a aportar mayor cohesión orgánica, dado que durante los dos últimos años se habían producido desencuentros muy notables entre el entonces sector crítico -y ahora oficial- (ahí hasta nosotros nos hacemos un lío), con hechos tan alarmantes como el abandono masivo incluso de congresos y comités, y el oficialismo. Un grupo de socialistas, llamémosles "no alineados", estábamos con ganas de participar de ese futuro y habíamos pedido que los principales protagonistas de los enfrentamientos, tanto de la anterior ejecutiva como de la oposición interna, debieran quedar a un lado, respetados, pero fuera de la primera línea para posibilitar un más que necesario clima de recuperación. Ese fue el compromiso con el que apoyamos a la todavía candidata a la secretaría general, Irene García. Buscábamos nuevos tiempos con nuevas personas al frente del PSOE gaditano, dándole una especial fuerza al municipalismo. Los representantes municipales son hoy el auténtico baluarte del socialismo; los alcaldes, alcaldesas y portavoces representan la fuerza neta del electorado, frente al grupo de aquéllos que, al abrigo de las siglas, viven permanentemente en el aparato y no sufren reveses sociales, pues nunca están en las primeras líneas de combate.
Frente a este planteamiento profundamente innovador se prefirió de nuevo la política de bloques y se comenzó pronto, además, a no cumplir la palabra. ¿Qué es la palabra? El único valor de la política para tener credibilidad. Ahora, a los socialistas a nivel nacional se nos da poca credibilidad con nuestras nuevas propuestas sociales, laborales y económicas, porque permanece en el recuerdo nuestras últimas acciones durante la última etapa en el gobierno en la nación, alejadas de nuestra palabra. Rajoy ha superado esto haciendo trizas su programa electoral.
Y se incumplió la palabra porque el compromiso era con el municipalismo y con la renovación de personas y también de las maneras de hacer política para acercarse a los afiliados y a los ciudadanos. Nada de ello se ha hecho realidad. El cúmulo de imperativos oídos durante estos meses sonrojan a cualquiera, la invocación amenazante a los estatutos y la firma de resoluciones de forma totalmente viciada resulta tristemente lamentable. El recurso al nepotismo y la vuelta a la acumulación de cargos hacen rebosar el vaso. La actuación ha apagado de golpe la esperanza y ha marchitado la carga de ilusión que tiene todo lo que comienza.
Pedimos la integración de alcaldes y alcaldesas de la provincia en la ejecutiva, diálogo franco y sincero, relevo intergeneracional y reclamamos que la ejecutiva fuera el espacio de diálogo y consenso, necesario en un partido que corría peligro de retraerse y no de expandirse, tras los resultados electorales municipales, generales y autonómicos que significaron un serio retroceso, sin paliativos. Pero una vez que concluyeron los procesos congresuales, todo se hace a la luz. Es a partir de ahí cuando ya se nos habla a las claras y sin matices y se despejan las dudas. Toda la simulación desapareció y se expresaron las cosas tal cual: "¡O estás conmigo o estás contra mí!". Control férreo y rígido de un aparato que entiende que ganar un congreso significa un salvoconducto para el sofoco de la libertad de los militantes, de la democracia de los grupos municipales y que por eso se permite hacer la invitación expresa a los afiliados discrepantes a abandonar la organización de la que formamos parte hace muchos años, despreciando como inconsistente cualquier intento de unión política del partido en la provincia, condición necesaria para cortar la hemorragia de votos que padecemos y para hacer respirable el ambiente en la organización y aumentar la aceptabilidad social de nuestra opción entre los ciudadanos. Tolo lo contrario de lo proclamado en el reciente homenaje a Felipe González: "Recuperar afectos, lealtad y unidad".
Ahora, sin ánimo quijotesco, te acuerdas de la palabra que te dieron y el desencanto te afianza en tus convicciones que arrancan desde el inconformismo de la juventud y con las que piensas seguir luchando. Si no actúo de ese modo, no sería capaz de soportar la mirada de personas que han confiado en mi palabra y mis argumentos.
El pasado viernes, andando por una calle de Cádiz mientras bajaba hacia el palacio de la Diputación Provincial, me vine a chocar con un señor de muy buena planta, digo lo de chocar porque con calle estrecha y un coche en la acera, nos tuvimos que poner uno frente al otro, cara a cara, y me dijo: "Malos tiempos para la lírica, la épica y la ética". Me quedé sorprendido, pero pude contestarle finalmente: "Bueno, yo he intentado actuar conforme a mis principios y mis ideas y, sobre todo, ser coherente". "¡Ánimo!", me deseó el inesperado y amable desconocido.
(Publicado en http://www.diariodecadiz.es/article/opinion/1413482/socialistas/gaditanos.html)
No hay comentarios:
Publicar un comentario