La enésima crisis que vive el PSOE gaditano ha terminado por restar credibilidad al partido y poner en entredicho la gestión de algunos de los valores emergentes que lideraron la renovación interna de esta organización política. El hasta ahora portavoz socialista en Diputación, José María Román, ha tensado en exceso la cuerda de la confrontación. Pero no todo el peso de la traición y de la culpa recae sobre las costillas de este Judas chiclanero. Las hemerotecas son un perfecto aliado para poner a cada uno en su sitio. El sector griñanista o renovador dio un golpe de Estado el 10 de mayo en el Grupo Socialista de la Diputación. Seis diputados firmaron entonces un documento mediante el cual apartaban a González Cabaña de la portavocía del Grupo y colocaban al frente del mismo a la diputada y alcaldesa de Sanlúcar, Irene García, que, dos meses más tarde, saldría elegida secretaria provincial del partido. Sin embargo, la estrategia de desbancar a Cabaña de la portavocía tuvo una intrahistoria que más tarde salió a la luz. Los diputados que firmaron la ejecución de Cabaña como portavoz eran primeramente los seis renovadores que lideraban la transformación interna del partido. Es decir, el grupo griñanista que trataba de anular de una vez por todas el vestigio pizarrista y cabañista que ha impregnado al PSOE de Cádiz durante años. Sin embargo, necesitaban del apoyo de una séptima persona para tener la mayoría entre los doce diputados que integran el Grupo Socialista en Diputación. De esta forma se pactó con José María Román, un político nada apegado a las tesis griñanista y escorado siempre hacia el pizarrismo, el voto a favor de Irene García como portavoz. La realidad es que quien jugó sus cartas en esta negociación fue el propio José María Román, que ofreció su voto a los griñanistas a cambio de sentarse en el sillón de la portavocía. Este puesto le reporta un sustancioso sueldo y una situación privilegiada. Dicho y hecho con tal de aniquilar a Cabaña. Un destacado miembro del sector renovador me confesó entonces que la estrategia estaba perfectamente calculada y diseñada. No había lugar al error. Cabaña se iba a Madrid como diputado y entraba en su lugar en la Diputación Javier Pizarro, hijo del histórico Luis Pizarro. Pese a todo, el tanteo seguía siete a favor de los griñanistas y seis en la cuenta del sector pizarrista. Pero el tiro ha salido por la culata. En octubre, la dirección del partido, es decir, Irene García, exigió al portavoz José María Román que traspasara a la sede provincial del PSOE la gestión de la asignación económica que percibe el Grupo, que no adoptara medidas sin consultar y acatara los cambios en el equipo de asesores que tiene el partido en Diputación. Román se negó a ello y buscó entonces el amparo de los diputados pizarristas, que se lo han dado sin ningún escrúpulo. Este contingente se enfrenta ahora a un expediente de expulsión por rebeldía. ¿Cuántos Judas tiene el PSOEgaditano?
(Publicado en La Voz )
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