domingo, 6 de enero de 2013

El despertar de la calle. José Manuel Hesle


No, no se acabó el mundo pero sí el año. Ahora el implacable Crono nos impone un Trece que no nos traerá - a pesar de nuestros vanos deseos - sino nuevas oportunidades para recomponernos y reinventarnos en lo personal y en lo colectivo. Culminamos un año de grandes conmociones sociales pero que nos ha devuelto la realidad de una calle viva. Una calle que está reconquistando el democrático y menoscabado papel de acoger la voz de la gente. El sentir de cuantos colectivos se ven impunemente machacados por las insensibles e irresponsables decisiones de un gobierno por el que ya no se sienten representados. Que sirve más a la desmedida ambición de potentados, políticos y banqueros en detrimento de vulnerables y desvalidos. Concluimos un periodo de grandes sufrimientos y tragedias personales y familiares pero que nos ha brindado la ocasión de recuperar el valor de la generosidad y la solidaridad. De salir de nosotros mismos y movernos en defensa de los intereses de otras personas. De retomar colectivamente el olvidado clamor en pro de una mayor justicia y equidad social. De aprovechar la oportunidad para dejar de denostar -como hicimos durante años atendiendo las astutas pautas de cuantos se acomodaron en sus rentables poltronas- a quienes de manera altruista dedican sus esfuerzos a dignificar las condiciones de vida de sus semejantes.
Es evidente que continuamos inmersos en una profunda crisis que exterioriza su cara más áspera en lo económico, pero que va mucho más allá, como apuntara Saramago, al referirse a los valores que rigen nuestro comportamiento o a las ideas y creencias que, para Ortega y Gasset, constituyen nuestra realidad. Las constantes vacilaciones entre lo que se siente y lo que se hace, la negación de una realidad indiscutible que nos aplasta, el escepticismo y la pasividad, el refugio en añoranzas y ritos caducos, el preocupante resurgir de brotes de integrismo e intransigencia, la justificación del utilitarismo científico e intelectual y la incertidumbre ante el porvenir denotan que el mundo, nuestro mundo, está ciertamente en un proceso de cambio. Sin embargo, quiero creer que las actitudes ciudadanas que se están dando son signos esperanzadores de un nuevo modelo de organización social y apuntan, como ansiaba Voltaire, hacia la superación de la adversidad y el progreso de la Humanidad.
Porque el futuro, hacia el que irremediablemente nos movemos todos los mortales, solo será posible si lo promovemos con firmeza frente al desalentador presente que soportamos. Al respecto, ya escribió Machado 'El hoy es malo, pero el mañana es nuestro'.

(Publicado en La Voz de Cádiz)



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