domingo, 19 de agosto de 2012

De espaldas al mar, por Fransciso Piniella

ES de Mark Twain la frase de que es preferible pensar en el futuro porque en él vamos a estar el resto de nuestras vidas. Por ello quizás convenga hacer un poco de balance de lo que ha representado la Gran Regata del Bicentenario, aunque más que regata lo que ha habido es una especie de parada naval acompañada, eso sí, de un aprovechamiento lúdico del puerto. Sin entrar en las siempre polémicas cifras, yo creo, a fuerza de ser algo pesimista, que poco ha servido como revulsivo para que los gaditanos y gaditanas vean, más allá de la fiesta y el jolgorio, el espíritu marítimo que tuvo esta ciudad y que lo que realmente puede salvarnos de la hoguera de la decadencia económica, como elemento diferenciador de otros territorios, es precisamente el entorno marítimo y portuario que tenemos. 

No se trata de repetir una feria en los recintos portuarios cada dos por tres, sino de activar la ciudad para la mar que la rodea. No parece lógico que hasta hace poco el transporte marítimo entre localidades de la Bahía no fuese una realidad competitiva, como lo puede ser en otras bahías como la de Santander, más teniendo en cuenta, que dado el colapso del vehículo privado, la movilidad en los catamaranes nos dejan a nuestros visitantes en el mismo centro de la ciudad. No es de recibo que gastemos setenta millones de euros en el estadio de un equipo de fútbol y nada en inversiones destinadas a futuros proyectos de desarrollo náutico. No es fácil de entender que en Cádiz no exista una pequeña industria de alta tecnología en el desarrollo de embarcaciones deportivas, que el I+D+i vibre en el diseño de nuevos prototipos, que no seamos los primeros en sacarle partida a esa bahía donde afortunadamente existen instalaciones náuticas de alto nivel y no siempre bien aprovechadas. 

El negocio marítimo no tiene en Cádiz la importancia que podía tener y podía ser un elemento dinamizador de la economía local con una apuesta de espacios para emprendedores en colaboración con la Zona Franca. La apuesta de la Universidad por lo marino y por lo marítimo no cristaliza todo lo deseado en empresas de base tecnológica, las llamadas 'spin-off'. 

Cádiz ha perdido el liderazgo portuario que tuvo y, en la provincia, los puertos del Estrecho nos superan con creces y muy especialmente en el tráfico de mercancías por contenedores y en el de hidrocarburos. La pesca no representa, por desgracia, un sector importante en la ciudad, tan sólo podemos reivindicar lo que ya algunos llaman 'la cultura de la pesca' como eufemismo de una pesca des-industrializada, pero tenemos que seguir apostando por el comercio marítimo porque este genera muchos puestos de trabajo indirectos que muchos gaditanos no son conscientes de ello. También esta y las otras grandes regatas han brindado un escenario de ocio (el recinto hípico) que podría ser utilizado como elemento de atracción turística para los 'cruceristas' que nos visitan, especialmente programadas para aquellos días donde la concentración de este tipo de buques ha sido importante. Este puede ser un ejemplo en lo que debe ser una revisión, aceptada por todos, de una nueva relación puerto-ciudad. 

A pesar de ello, tampoco podemos caer en la resignación de pensar que todo Cádiz sea un inmenso espacio exclusivo para el ocio y de reducir el escaso sector industrial de la ciudad. Cádiz puede buscar su resurgir económico en el sector de los servicios y especialmente en el arte de vivir de nuestro clima y de nuestra historia, pero sin olvidar que el comercio es su sino, esta es para mí la más importante referencia de actos como la Gran Regata o los acontecimientos paralelos que hemos vivido como la Bienal Marítima. Si en algo queremos ser diferentes será por la mar que nos rodea: nuestra fortaleza.


No hay comentarios:

Publicar un comentario