viernes, 14 de noviembre de 2014

Difusión del patrimonio cultural de Cádiz

Moisés Camacho: «Hay que educar a Cádiz para que conozca y valore su patrimonio


El integrante de ADIP cree que el desarrollo de la ciudad para por potenciar el turismo cultural

Moisés Camacho es uno de los gaditanos que integra la Asociación para la Difusión y la Investigación del Patrimonio Cultural de la Provincia de Cádiz (ADIP) que pone en marcha la original iniciativa de este sábado.
Licenciado en Historia, no escondía ayer su inquietud por cuál será el resultado del Día del Patrimonio Solidario y cruzaba los dedos para que la lluvia no hiciera acto de presencia.
«El Día del Patrimonio Solidario se empieza a fraguar nada más crearse la asociación el pasado mes de mayo. Somos un grupo de licenciados en Historia que tratamos de difundir e investigar el patrimonio de Cádiz, que con más de 3.000 años de historia, es una auténtica joya. Creemos que para su evolución es una cuestión básica educar a la población para que conozca y valore su patrimonio. El desarrollo de Cádiz pasa, entre otras cosas, por esta vía», explica Moisés.
«Apostamos descaradamente por el turismo cultural ?continúa?, uno de los grandes fuertes de Cádiz. Está bien que los museos y los monumentos de interés estén abiertos para que sean visitados, pero debe existir un profesional que te guíe y te explique lo que tienes ante tus ojos. La gente que participe en el Día del Patrimonio Solidario tendrá la oportunidad de conocer la historia de Cádiz de una forma amena y repleta de anécdotas, lejos de la frialdad que pueden transmitir algunos guías turísticos».
Como es lógico, en una ciudad con tanto y tan bueno para ver como Cádiz, era imposible incluir todos sus atractivos en el programa del Día del Patrimonio Solidario. Pero son balas que ADIP guarda en la recámara. «Se han quedado fuera bastantes lugares emblemáticos que nos hubiera gustado visitar y que trataremos de incluir en futuras ediciones, como elpalacio de los Mora, la casa palacio de Sagasta 1, la Casa del Obispo, la Torre Tavira o la Diputación», desgrana Moisés.
El integrante de ADIP aplaude la fecha escogida para la celebración del Día del Patrimonio, «entre el FIT y la Navidad, y además durante un fin de semana en el que no hay cruceros en el puerto de Cádiz, por lo que no habrá masificación de visitas en los lugares de interés».
En la actualidad, ADIP cuenta con ocho integrantes, no sólo de Cádiz, sino también de otras localidades como Puerto Real, Chiclana o Tarifa. Y es que la asociación y, por ende, el Día del Patrimonio, nacen con unespíritu provincial. «Uno de los objetivos a largo plazo es que este día pueda celebrarse en más municipios de la provincia, pero para ello hace falta la ayuda de las administraciones», finaliza.
(Tomado de http://www.lavozdigital.es/cadiz/201411/13/moises-camacho-educar-cadiz-20141113183205-pr.html)

jueves, 6 de noviembre de 2014

La tacita de plata, por José Petenghi

Dice la Física que el silencio perfecto, la total ausencia de sonidos, no existe. Algo disparatado. Los tipos que sostienen tal chorrada y que gastan el dinero del contribuyente en experimentos idiotas, deberían venir a Cádiz y comprobar que el silencio absoluto sí existe. 

Ésta, señores físicos, es la ciudad callada, Cádiz la muda, la taciturna. La tácita de plata. Aquí el personal enmudece preso de su miedo a hablar, no vaya a molestar, y calla por conveniencia, por desidia o por simple ignorancia. Aquí se calla hasta por militancia, pues el silencio clientelar también existe. 

Tampoco los dueños de ese silencio emiten sonido alguno cuando hablan. Son los políticos-ventosa, con labia de presentadores de Teletienda que te prometen el oro y el moro "al increíble precio que aparece en pantalla". Luego, si el producto es un timo, no te quejes, no reclames, no digas nada. Dirá que entendiste mal o que eso es lo que hay. 

Al político-ventosa, en realidad, le importa una mierda tu vida y la mía: su único empeño es seguir en el cargo con un programa bien sencillo. Primero, el autoelogio; segundo, ocultar la decadencia de la ciudad, en vez de buscar soluciones; tercero, echar la culpa a otro cuando ocurra algo malo; y cuarto, si no cuela lo anterior, hacerse la víctima. 

Y así veinte años, o treinta, o los que sean menester, porque el político-ventosa entiende la democracia en su sentido más carca. O sea, que el nivel de participación se limite a dejarnos votar cada cuatro años. Y así, extinguida la ciudadanía, sólo quedan súbditos calladitos. Además el político-ventosa es resabiado y se rodea de asesores mercenarios, palanganeros y asalariados del chivateo, para estar bien informado y ver por dónde vienen los peligros para la integridad de su sillón. O sillones, porque suelen ser varios. 

Dicen que la zona azul expulsa los coches-ventosa. Pues bien, aquí en la ciudad que sonríe sin ganas, la ciudad que anofuncia (o algo así) en la que los impuestos bajan subiendo, en la tácita de plata, no vendría mal una zona de un color diferente al azul que ahuyentara al político-ventosa.

(Publicado en http://www.diariodecadiz.es/article/opinion/1893715/la/tacita/plata.html)

sábado, 1 de noviembre de 2014

La tarjeta de visita, por José María Esteban

Cuando se hace la transición de lo nuevo a lo antiguo en Cádiz, a través de las Puertas de Tierra, se produce un poderoso y sensible cambio. Cádiz es muy diferente por ello, y esa es nuestra primera y más icónica imagen, que nos diferencia e identifica del resto de las ciudades. 

Las actuaciones y orientaciones arqueológicas, fundamentalmente italianas, desde los años 50 del siglo pasado, dejando desnudas las paredes de los edificios históricos y convertirlas en falsos tratados de músculos sin piel, ha sido una tradición que ha desembocado en muchos deterioros y
deslucimientos patrimoniales. Todo ello escondía una clara y evidente dificultad técnica y carestía económica para reponer los antiguos estucados y los históricos tratamientos en bellísimos y artesanales trampantojos arquitectónicos. Nuestra querida piedra ostionera también conoce de ello, y debe estar tratada en oculta, ordenada y protectora materialidad externa. Lo que vemos por doquier en todo el mundo, por aquella fatua moda, no son sino paredes de osamenta vista y falsa calidad y cualidad constructiva, en absoluto arquitectónica. 

Eso es lo que le pasa con nuestra magnifica entrada histórica: las Puertas de Tierra. En una falsa concepción de la restauración y un casi atentado por las inexpertas manos de las escuelas taller, está como si siempre se fuera cayendo y una sensación de un continuo sin terminar. Hay que restituir sus paramentos exteriores tapando los desconcertados mampuestos de su soporte constructivo. Hay que dejar los bellos encadenados, enmarcados y enjarjes de sillares de piedra ostionera de bella ejecución: tratados, protegidos y con sus texturas. Pero hay que tapar completamente, tal como se ha hecho con el Torreón, todo los demás. Ganaríamos en belleza, presencia y monumentalidad. La restauración en estos últimos años, se ha llenado de casos de poca pericia profesional, excesivos fanatismos de poder y catetas corrientes demagógicas, por culpa de leyes poco eficaces en el Patrimonio, que se han dejado sin concluir en muchos casos, como el remate de la Catedral nueva por ejemplo, para evitar incómodos encuentros. 

Lo digo y repito, nuestra mejor tarjeta de visita, nuestras flamantes Puertas de Tierra, se encuentran ajadas e impresentables, y no es mucho el gasto necesario para restaurar sus amuralladas paredes, frente a otro tipo de dispensaciones económicas, a las que estamos acostumbrados.