martes, 29 de mayo de 2012

Oscurantismo, por Rafael Román

AQUÍ nadie quiere que se sepa lo que pasa. Menos aún lo que ha pasado. No me refiero sólo a Bankia - la heredera de la otrora brillante CajaMadrid, con el añadido de otras cajas y montes de piedad- . Tampoco el Ministerio de Defensa quiere dar a conocer 10.000 documentos que ya el Consejo de Ministros había acordado se abrieran a la opinión pública - y sobre todo a los investigadores- para conocer con más detalle, "luz y taquígrafos", lo sucedido en nuestras relaciones internacionales y los asuntos militares entre 1936 y 1968. Nos hubiera permitido adentrarnos en detalles significativos del levantamiento militar y nuestra posterior guerra civil (1936-1939), de las relaciones de España con los EE.UU. de Norteamérica y las relaciones del general Franco con el presidente Eisenhower en asuntos como el establecimiento de las bases norteamericanas en España -entre ellas la de Rota-, los entresijos del primer Concordato de Franco con el Papa Pío XII que permitía, entre otras cosas, que Franco "presentara" a los que iban a ser obispos, y un conocimiento más profundo de la acción de España en la antigua zona del Protectorado colonial español en el Norte de Marruecos. 

Tampoco el Vaticano ha escapado de la actual fiebre de oscurantismo y en estos días estamos asombrados con la detención por la gendarmería vaticana del mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, por la filtración de documentos internos del Vaticano, que se excusa diciendo que se trataba "de salvar al Papa". ¿De quién? ¿Del Cardenal Tarcisio Bertone? ¿No era éste el que posaba con María Teresa Fernández de la Vega? ¿Tendrá la culpa Zapatero? Por cierto, ahí es donde tendría que haberse planteado el asunto del pago del IBI. Y en el Consejo de Ministros. 

El escándalo mayúsculo está, sin embargo, en Bankia. Nos va a costar la incompetencia y el amiguismo de los compañeros de pupitre y de gobierno de Aznar -Blesa y Rato- no sólo una friolera en términos económicos, sino también, en algo intangible, pero que tiene consecuencias en los bolsillos de todos, el prestigio del país. Las componendas político-sindicales de las cajas nos han llevado a un sector en descrédito y a la pérdida de los beneficios de las obras sociales en casi todas partes. Ahora Rajoy entiende que una comisión de investigación y la depuración de todo tipo de responsabilidades están de más. Es algo increíble e intolerable. Tenemos derecho a conocer el porqué de este desastre mayúsculo. 

El mal común de las tres situaciones descritas es el oscurantismo. El pasado no mata. Si acaso, ya mató. Ahora lo preciso y perentorio es atribuir responsabilidades y depurarlas. Eso es democracia.

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