jueves, 4 de septiembre de 2014

El final del verano. Por Julio Malo.



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A principios de los años sesenta entonaba el Dúo Dinámico una conocida melodía: “El final del verano llegó y tu partirás” (Amor de Verano,1963). Precisamente durante esa época la ciudad de Cádiz vivió su etapa de mayor prosperidad del pasado siglo. Cuentan que la temporada de verano concluía con la celebración del Trofeo Carranza, en el último fin de semana del mes de agosto, si bien los servicios de playa se mantenían. Algo parecido podemos observar estos días calurosos de septiembre, durante los cuales en la dilatada lengua de arena que acaricia el océano, se ha disipado de golpe el bullicio agosteño. Son momentos propicios para baños sosegados y tranquilos paseos mientras pequeños grupos de jóvenes ofrecen al sol su dorada piel. Mucha gente añora los tiempos de las casetas y los toldos. Durante aquella década prodigiosa en la prolongada playa de Cádiz palpitaba también el aire liberal y alegre que respiraba el mundo, desde Carnaby Street hasta la Primavera de Praga. La decadencia económica posterior motivada por la quiebra del sector naval acabó por convertir nuestra playa en una barriada lineal de “partiditos”. Desde su reforma el uso actual entre Cortadura y la antigua Playita de las Mujeres resulta sin duda más higiénico y despejado..
En cualquier caso, tanto antes como ahora, ninguna ciudad populosa dispone de una playa tan extraordinaria, cuya belleza natural contrasta con los edificios y los pobres espacios públicos que la acompañan, propios de los modelos urbanos que abundan en las periferias que se construyen en las ciudades españolas durante los años sesenta y setenta. En los últimos tiempos la nuestra ha perdido mucha población acercándose al estándar óptimo de densidad de cincuenta viviendas por hectárea. En 1981 se contabilizaban 160.000 habitantes mientras que en la actualidad apenas se alcanzan los 125.000. Esta circunstancia, junto a las oportunidades que se han ofrecido para recomponer la ciudad, tanto el soterramiento de la vía ferroviaria como la ocupación de los antiguos terrenos de Astilleros, no han servido para mejorar el tejido. El nuevo puente define un anillo que atraviesa la Bahía y modifica el modelo territorial, esa transformación tiene que abrir una reflexión que conduzca a la regeneración de toda Puerta Tierra.

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