- “Las primeras víctimas de las independencias son las disidencias” (El Roto)
- “El proyecto independentista no es un proyecto integrador puesto que divide profundamente a la sociedad catalana en dos partes de tamaño similar y de convivencia complicada: no es, por tanto, un proyecto nacional”
- “El objetivo del autogobierno a escala territorial es incompatible con el objetivo de la redistribución de la renta (y del poder) a escala estatal. El pretendido derecho a decidir equivale a arrogarse el falaz derecho a dividir Cataluña y a los catalanes en dos: o secesionistas o unionistas” (E. Gil Calvo).
- “La autodeterminación para la secesión es una de las iniciativas políticas que suscita mayor división interna en una sociedad, por lo que aceptar sin más que sea un derecho plantea problemas morales” (S. Dion).
- “Todo referéndum sobre la independencia divide de manera cortante a la sociedad, estableciendo fronteras antes inexistentes en múltiples ámbitos, incluyendo el familiar, el laboral y el vecinal” (P. Unzeta).
- “El derecho a decidir es siempre también el derecho a disentir y el que pierde se convierte en el nuevo disidente” (F. Vallespín).
- “La ciudadanía democrática no necesita estar enraizada en la identidad nacional de un pueblo” (J. Habermas).
Las cosas que acabarán con la raza humana son: la política sin principios, el progreso sin compasión, la riqueza sin esfuerzo, la erudición sin silencio, la religión sin riesgo y el culto sin conciencia. - Anónimo
lunes, 29 de septiembre de 2014
Sobre el independentismo
jueves, 25 de septiembre de 2014
Dos rutas en una, de J.M. Sánchez Reyes
Aprovechando los actos del Día Mundial del Turismo, les propongo dos rutas en una. La Ruta Fantasma-De los Adefesios. Las dos cercanas. Suban al autobús. El guía, micrófono en mano junto al conductor, les dirá que a la derecha pueden encontrar el antiguo colegio Valcárcel, cerrado, inutilizado y eterno aspirante a hotel. También a su derecha, el edificio de la Escuela Náutica, tan vacío como el anterior. E inmediatamente detrás contemplarán el Olivillo, otra ruina de las tantas que Cádiz atesora. Observarán un gran mamotreto: el pabellón deportivo del casco antiguo. Luego, a la vuelta cuando se acerque el bus a Santa Bárbara, ¿admirarán? la pérgola-mirador que sustituirá a las (al parecer) obsoletas balaustradas desde las que siempre se miró en Cádiz el mar. Verán después el abandonado Campo de las Balas. Y en mitad de todo esto, menos mal que sigue intacta, por ahora, La Caleta.
(Publicado en Diario de Cádiz)
(Publicado en Diario de Cádiz)
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Valcárcel
El Gran Mamarracho, por José Pettengui
SI aún no lo has visto, deberías hacerlo. En serio. Cuesta un millón y medio de euros. 1.517.114,26, concretamente. El cartel dice que es una "pérgola-mirador". Pero lo que se ve es una cosa hecha de plásticos de colorines.
Dicen que desde el mar es aún peor. A mí me parece El Gran Mamarracho. Pero, claro, yo soy un inculto, un ser obtuso para las sutilezas del urbanismo y un torpe incapaz de apreciar el rollo moderniqui de las escalas y todo eso… ¡Ah, y un derrotista! Aunque me sospecho que cuando un arquitecto se sienta ante su mesa para proyectar algo, está pensando en sus colegas: "Te vas a quedar muerto, Luis José, con esta pérgola-mirador".
Sin embargo, aquí en Cádiz no sólo viven arquitectos, sino también otras personas humanas, jubilados, chiquillas, skaters, camareros, abogadas y parados, muchos parados (vale, entre ellos más de un arquitecto). Por eso hay dos asuntos que me llaman la atención. El primero, lo de mirador. ¿Desde cuándo hay que subirse aquí a ninguna cosa para ver el mar? Esto es Cádiz, el mar está ahí y hasta para un arquitecto se ve estupendamente desde cualquier sitio.
Segundo: El Gran Mamarracho no es sólo una ocurrencia arquitectónica, pues se trata, según informa el cartel, de una obra financiada con dinero europeo destinada al desarrollo local y urbano. Debo, insisto, ser muy torpe para no darme cuenta de lo mucho que la pérgola-mirador aporta al desarrollo de los barrios vecinos que, por cierto, sufren agudas carencias. Lo mismo los europeos creen que así contribuyen al desarrollo del Mentidero, Balón y La Viña. Van a flipar cuando vean lo que hemos hecho con la pasta.
Alguien que yo me sé debe explicarles que en aquella zona del Paseo Santa Bárbara todo gira en torno a lo que ya es la primera industria local: el aparcamiento. Una ficción para satisfacer a lo que antes eran personas y ahora se llaman clientes. Allí está el Taj Mahal de los parkings gaditanos, un mausoleo tan grande como deficitario. No importa, tal vez algún día se venda a un amiguete a la mitad del precio de su inversión.
Cádiz, Patrimonio de Algo.
Publicado en Diario de Cádiz
Dicen que desde el mar es aún peor. A mí me parece El Gran Mamarracho. Pero, claro, yo soy un inculto, un ser obtuso para las sutilezas del urbanismo y un torpe incapaz de apreciar el rollo moderniqui de las escalas y todo eso… ¡Ah, y un derrotista! Aunque me sospecho que cuando un arquitecto se sienta ante su mesa para proyectar algo, está pensando en sus colegas: "Te vas a quedar muerto, Luis José, con esta pérgola-mirador".
Sin embargo, aquí en Cádiz no sólo viven arquitectos, sino también otras personas humanas, jubilados, chiquillas, skaters, camareros, abogadas y parados, muchos parados (vale, entre ellos más de un arquitecto). Por eso hay dos asuntos que me llaman la atención. El primero, lo de mirador. ¿Desde cuándo hay que subirse aquí a ninguna cosa para ver el mar? Esto es Cádiz, el mar está ahí y hasta para un arquitecto se ve estupendamente desde cualquier sitio.
Segundo: El Gran Mamarracho no es sólo una ocurrencia arquitectónica, pues se trata, según informa el cartel, de una obra financiada con dinero europeo destinada al desarrollo local y urbano. Debo, insisto, ser muy torpe para no darme cuenta de lo mucho que la pérgola-mirador aporta al desarrollo de los barrios vecinos que, por cierto, sufren agudas carencias. Lo mismo los europeos creen que así contribuyen al desarrollo del Mentidero, Balón y La Viña. Van a flipar cuando vean lo que hemos hecho con la pasta.
Alguien que yo me sé debe explicarles que en aquella zona del Paseo Santa Bárbara todo gira en torno a lo que ya es la primera industria local: el aparcamiento. Una ficción para satisfacer a lo que antes eran personas y ahora se llaman clientes. Allí está el Taj Mahal de los parkings gaditanos, un mausoleo tan grande como deficitario. No importa, tal vez algún día se venda a un amiguete a la mitad del precio de su inversión.
Cádiz, Patrimonio de Algo.
Publicado en Diario de Cádiz
jueves, 4 de septiembre de 2014
El final del verano. Por Julio Malo.
A principios de los años sesenta entonaba el Dúo Dinámico una conocida melodía: “El final del verano llegó y tu partirás” (Amor de Verano,1963). Precisamente durante esa época la ciudad de Cádiz vivió su etapa de mayor prosperidad del pasado siglo. Cuentan que la temporada de verano concluía con la celebración del Trofeo Carranza, en el último fin de semana del mes de agosto, si bien los servicios de playa se mantenían. Algo parecido podemos observar estos días calurosos de septiembre, durante los cuales en la dilatada lengua de arena que acaricia el océano, se ha disipado de golpe el bullicio agosteño. Son momentos propicios para baños sosegados y tranquilos paseos mientras pequeños grupos de jóvenes ofrecen al sol su dorada piel. Mucha gente añora los tiempos de las casetas y los toldos. Durante aquella década prodigiosa en la prolongada playa de Cádiz palpitaba también el aire liberal y alegre que respiraba el mundo, desde Carnaby Street hasta la Primavera de Praga. La decadencia económica posterior motivada por la quiebra del sector naval acabó por convertir nuestra playa en una barriada lineal de “partiditos”. Desde su reforma el uso actual entre Cortadura y la antigua Playita de las Mujeres resulta sin duda más higiénico y despejado..
En cualquier caso, tanto antes como ahora, ninguna ciudad populosa dispone de una playa tan extraordinaria, cuya belleza natural contrasta con los edificios y los pobres espacios públicos que la acompañan, propios de los modelos urbanos que abundan en las periferias que se construyen en las ciudades españolas durante los años sesenta y setenta. En los últimos tiempos la nuestra ha perdido mucha población acercándose al estándar óptimo de densidad de cincuenta viviendas por hectárea. En 1981 se contabilizaban 160.000 habitantes mientras que en la actualidad apenas se alcanzan los 125.000. Esta circunstancia, junto a las oportunidades que se han ofrecido para recomponer la ciudad, tanto el soterramiento de la vía ferroviaria como la ocupación de los antiguos terrenos de Astilleros, no han servido para mejorar el tejido. El nuevo puente define un anillo que atraviesa la Bahía y modifica el modelo territorial, esa transformación tiene que abrir una reflexión que conduzca a la regeneración de toda Puerta Tierra.
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