viernes, 16 de mayo de 2014

Sobre plantas y un castillo, por Purificación Glez. de la Blanca

LA BUGANVILLA DE SAN ANTONIO. Una vez más volvemos a insistir en la necesidad de que el Ayuntamiento de Cádiz establezca con urgencia mecanismos de protección para la excepcional Buganvilla existente en el número 5 de la Plaza de San Antonio. Se trata de una buganvilla centenaria y singular, que hace también singular al edificio de cuyo muro nace y por cuya ventana -hoy utilizada por un bar- se asoma a la plaza. Pintada, entre otros por Urréjola, viene padeciendo numerosos intentos de exterminarla. Es urgente y necesario que el Ayuntamiento la catalogue y le brinde protección, ya que acaba de padecer una nueva poda brutal cuando apenas se ha recuperado de la anterior. No podemos permitir que siga el mismo camino de los dragos de Puerta Tierra y del Tinte. 

EL CASTILLO DE SAN SEBASTIÁN merecería también mayor atención, dada la importancia histórica y paisajística de este extraordinario enclave. Aquí existió un templo dedicado al dios fenicio Moloch Baal que posteriormente se convertiría en templo de Kronos. Más tarde fue construida una torre-atalaya musulmana. En el S. XV se erigió una ermita dedicada a San Sebastián, que aún existe y que precisa de mantenimiento. El lugar, cargado de historia, es en estos momentos un erial polvoriento. El día 9 de mayo un grupo de visitantes, en su mayoría extranjeros, tuvo que marcharse ante la polvareda levantada por un empleado obstinado en pasar por la tierra pelada una desbrozadora. Persistió en su actividad pese a los comentarios suscitados y los gestos para que desistiera. Insólito. 

Nos consta que el Ayuntamiento pretende ponerlo en valor y potenciar las visitas. Pero tal vez haya que cuidar las inversiones. 

LOS EUCALIPTOS DE TORREGORDA. Eran monumentales pero han sido talados y eliminados inexplicablemente por decisión de algún alto mando militar arboricida. Y que no nos digan que el enemigo podía esconderse tras ellos. Hace meses que en otro cuartel de San Fernando fueron taladas también unas espectaculares casuarinas, que probablemente tendrían más de cuarenta años de edad, tal vez por instrucciones de las mismas mentes pensantes. Las talas fueron encomendadas a Podasur, que las troceó y vendió en Chiclana para leña. Una pena. Parece mentira que en unos minutos se pueda dar al traste con unos hermosos árboles que necesitaron muchos años para crecer... y que fueron respetados por numerosas generaciones, en estos casos de mandos militares, hasta que llegó el arboricida de turno. ¿O acaso son los árboles enemigos para el estamento militar? Eso parece. Es verdad que España es diferente. 

LA PLAZA DE MINA. Me lo contó Hans Josefs, que es alemán y reside en

Cádiz, pero qué casualidad que me lo había contado dos días antes una pareja procedente de Austria. En la Plaza de Mina, ante la pasividad de los padres y madres, los niños jugaban arrancando las preciosas petunias plantadas días antes y arrojándoselas unos a otros. Inútil llamarles la atención porque continuaban arrancando las plantas y lanzándolas como pelotas (desde pequeños se aprende). Los niños tienen derecho a jugar pero los padres deben velar para que no realicen destrozos. Cádiz necesita con urgencia volver a recuperar la figura del guardajardines y en esta plaza se aprecia su necesidad más que en ninguna otra. ¿Han visto lo que han hecho con las cicas revolutas, esas plantas parecidas a pequeñas palmeras, existentes junto al museo? Están destrozadas y cada vez quedan menos. Lamentablemente siguen el mismo camino de las scheffleras que hubo antes en el lugar. En este caso no sabemos si se trata de niños o de vándalos que se han planteado como objetivo el exterminio de todo lo que ahí se plante. Qué desprotegidas están las plantas. 

Otro día trataremos de las infernales MAQUINITAS DE LA LIMPIEZA y de la contaminación acústica.

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