martes, 9 de abril de 2013

Sobre la canal. Julio Malo de Molina


Bajo los adoquines hay arena de playa’, rotulaban los jóvenes del 68 sobre los muros de Paris. También parte de nuestra romántica ciudad cubre los arenales de la canal que en la Antigüedad limitaba dos islas, al norte la pequeña Erytheia, sobre la cual navegantes tirios fundaron Gadir, al parece durante el siglo XII a.C, quinientos años antes que Roma. Al sur Kotinousa donde se construyó Gades, cuyas elevadas atalayas describen con asombro viejos relatos de viajeros. Al hilo de una original guía en redacción hemos seguido el recorrido de esa canal oculta, tal como lo dibuja Eugenio Belgrano.
Resulta agradable explorar el centro comercial del siglo XVI: la antigua Calle del Boquete, así llamada por un fondeadero amurallado donde atracaban embarcaciones para alimentar los almacenes de esta fachada que adopta su actual nombre por la familia de los Plocio; las casas de comercio presentaban su local de negocio a la calle de los Sopranis. Hoy este anillo ofrece un ámbito gastronómico al calor del Palacio de Congresos en la vieja Tabacalera cuya esbelta chimenea aún saluda a quienes acceden a Cádiz por ferrocarril o a través de la mar. Al otro lado, en la antigua Corredera, plaza entre el Ayuntamiento y los muelles, uno piensa que esta ciudad pudo ser diseñada por la exquisita creatividad del italiano Dino Buzzati (El Secreto del Bosque Viejo, 1935; La Famosa Invasión de Sicilia por los Osos, 1946). Las ciudades debieran planearse por poetas.
Podemos seguir la orilla de la canal por la calle Pelota hasta la plaza de la Catedral, amplio espacio que contradice la negación de la ciudad al Monumento. La Iglesia de Santiago abre la calle Compañía que debe su nombre al Convento Jesuita; debe visitarse la recoleta plaza Candelaria, con el Monumento a Castelar que conserva una placa de fervor republicano forjada por la Corporación municipal de 1932. La Plaza de las Flores fue compás del Convento de los Descalzos, sede de la Cruz Verde, escenario de Autos de Fe de la Inquisición, ahora redime su pasado como alegre encrucijada engalanada mediante aromas de flores, vestíbulo al mundo bullicioso del Mercado de Abastos, en cuyo interior se recomienda visitar el Rincón Gastronómico que ofrece una variada gama de exquisitas especialidades.
El recorrido sobre la canal se desliza hacía los barrios populares: Callejones y La Viña, escenario de los Carnavales, obligada la calle de La Palma presidida por capilla abierta de iglesia barroca, cerca de la cual se puede observar una lápida que recuerda el nivel alcanzado por las aguas cuando éstas anegaron los planos bajos de la ciudad durante el maremoto de 1755, consecuencia del terremoto de Lisboa. Agradable espacio poblado de lugares donde degustar pescado fresco en las noches de primavera y verano. Y finalmente, La Caleta, donde la canal aún está presente, y sin duda el mejor colofón para un paseo o un poema. Antes de iniciar el Camino del Arrecife con el Castillo de San Sebastián ahora abierto y que aloja una interesante exposición acerca de la proyección americana de Cádiz, dejemos que la escultura de Fernando Quiñones nos recuerde alguno de sus hermosos versos.

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