HACE algunas semanas mi amigo Antonio Peinado, presidente de la asociación de vecinos 2ª Aguada, me comunicaba eufórico que dos de los cañones de Canalejas se instalarán próximamente en su barrio; al parecer formando parte de un monolito que recordará la existencia del Hospital Real Segunda Aguada en la plaza que, a instancias de la asociación que coordina, ya lleva su nombre. Me alegro por Antonio, porque me constan su entusiasmo e ilusión y por la zona a la que representa que poco a poco va dotándose de contenido histórico capaz de favorecer lo que los sociólogos llaman la identificación de los ciudadanos con el territorio. Disposición imprescindible para comenzar a amar y cuidar el lugar en que se vive.
En esa misma línea comenzamos a trabajar los vecinos de Puntales hace ya bastantes años. A este barrio se le conocía por entonces más por la línea de autobuses que le conectaba con casco antiguo, si acaso por la Térmica, la Campsa o por la Aviación, y menos por el destacado protagonismo que tuviera en la historia de la propia ciudad y en momentos tan decisivos como los que conmemoramos a lo largo del pasado año. Nos dedicamos, mediante el desarrollo de un programa cultural coordinado por la asociación de vecinos, a promover la creación de un barrio educativo; un lugar dónde las calles, la plaza, los patios de las viviendas; las rotondas más tarde fuesen capaces de aportar información relacionada con la relevante participación del lugar y sus habitantes en acontecimientos y momentos históricos destacados. Se instalaron textos explicativos bajo los rótulos de calles y plazas, se solicitaron denominaciones para los nuevos viales que iban surgiendo a la par de la remodelación que el barrio experimentaba, se señalaron lugares especialmente significativos, se gestionó la instalación en espacios públicos de maquinaria procedente de actividades laborales extintas y vinculadas a la náutica, así como de instrumentos de navegación destinados a poner de manifiesto la especial vinculación del barrio con la Armada Española, organizamos actos en los centros educativos y, próxima a la celebración del Doce, reclamamos la instalación en sus calles de elementos relacionados con la efeméride a la que estábamos directamente vinculados. Fue entonces cuando aparecieron los famosos cañones, en las obras de ampliación del aparcamiento de Canalejas. Nos dirigimos al Ayuntamiento y a la Junta de Andalucía para que algunos de ellos se ubicasen en el barrio. El debate sobre el asunto no solo ocupó espacio en el Pleno Municipal, sino que llegó hasta el mismo Parlamento Andaluz. Hubo que aclarar incluso que nunca fue nuestra pretensión instalarlos en la sede de la asociación, sino dotar de contenido cultural a las calles de un barrio cuyo suelo ha sido escenario de gestas y momentos trascendentes.
Formando parte de las actividades del bicentenario de la Constitución de 1812 tuve la satisfacción de coordinar, junto a Hilda Martín, el programa Cádiz y los lugares del Doce. Nos propusimos acercar la historia a los ciudadanos de hoy dándoles a conocer la decisiva implicación que en los acontecimientos que rememoramos tuvieron aquellos otros que residían en éstos parajes y, sobretodo, en la importancia de entresacar de los hechos remotos enseñanzas útiles para la mejora del presente. Apostamos porque esta forma de mirar la historia llegase a todos los barrios de la ciudad y muy especialmente a aquellos de Extramuros en que se localizan los restos de las fortificaciones que constituyeron el llamado frente de bahía.
Días atrás me sorprendía la noticia sobre la inexplicable intervención que se ha tenido en los restos del Batería de la 1ª Aguada, como consecuencia de las obras que se realizan en la avenida de Huelva. Llevo años esperando este momento para unirme a la reclamación pública que en su día ya hiciere Juan Antonio Fierro, de una adecuada actuación sobre ésta fortaleza. Aún estamos a tiempo. No, que no se oculten los restos, sino que por el contrario se aprovechen las obras del puente para sacarlos a la luz e incorporarlos al disfrute público como otro más de los importantes vestigios que, de la resistencia frente a las tropas napoleónicas, quedan en esta zona. Como otro más de los lugares del Doce que permitiría la progresiva y definitiva implantación de la propuesta Ruta de los Extramuros. Podría dársele un tratamiento similar al que se procuró en su día al Arco de los Blancos en el barrio del Pópulo. Es decir, que se descubra totalmente el lienzo de muralla o parapeto, dotándole de un foso perimetral protegido por una verja artística. Por supuesto que habrá de instalarse algún tipo de panel informativo que aporte datos al viandante.
Yo no descartaría, si en el lugar del Ayuntamiento me encontrase, el ubicar también aquí -sin olvidar a Puntales- otro de los famosos cañones.
(Publicado en Diario de Cádiz)
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