EL 2 de julio de 1943, el Ayuntamiento decidió cambiar el nombre de cuatro calles: Soledad por Sol, Chantre por Callejón de los Piratas, San Telmo por Leones y Santa Rosalía por Callejón del Parque. ¿El motivo? Que parecía impropio que calles conocidas por sus casas de citas llevaran un nombre religioso.
La beata hipocresía de aquellos munícipes del primer franquismo, que se hinchó a rotular calles con los nombres de generales fascistas y sus gestas, y de virtuosos obispos, santos y vírgenes, fulminó sin embargo esas cuatro en aras de la virtud pública (y de los vicios privados).
El callejero de las ciudades es fiel reflejo de su momento político, social e incluso económico. Me refiero al último cambio -hace unos días- en el callejero gaditano: Rodríguez Bouzo por Guillermo J. Chaminade. Como Edmundo Rodríguez Bouzo fue gobernador militar de Cádiz de 1941 a 1952 -supongo que esos son los méritos para que una calle llevara su nombre- pensé que el Ayuntamiento, por fin, empezaba a dar cumplimiento al artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica. Tal vez, lo cierto es que la calle ha recibido el nombre del fundador de la Compañía de María, gracias al influyente colegio privado al que da la calle.
Y es que el callejero de una ciudad es fiel reflejo de su momento político, social e incluso económico. Así, Cádiz tiene unas 600 vías públicas; pues bien, más de la cuarta parte están dedicadas a santos, cardenales, obispos, beatos, monjas fundadoras y no tan fundadoras, a enrevesadas advocaciones marianas, a vírgenes y a cristos, amén de otros piadosos nombres.
Por ley, el gobierno local debe ir retirando del callejero los nombres franquistas que aún quedan. Un poné: Varela, Carranza, Gabriel Matute, Fernández Ladreda, García Escámez, Ejército de África, Brunete, Rico de Sanz, Infante de Orleáns, a su templo… Pero no debe preocuparse, porque la nómina de santos, santas, arzobispos y padres fundadores es inagotable. Y es que, en efecto, el callejero de las ciudades es fiel reflejo de etc., etc...
(Publicado en Diario de Cádiz)
Las cosas que acabarán con la raza humana son: la política sin principios, el progreso sin compasión, la riqueza sin esfuerzo, la erudición sin silencio, la religión sin riesgo y el culto sin conciencia. - Anónimo
jueves, 15 de agosto de 2013
sábado, 10 de agosto de 2013
la batería de la Primera aguada, por José Manuel Hesle
HACE algunas semanas mi amigo Antonio Peinado, presidente de la asociación de vecinos 2ª Aguada, me comunicaba eufórico que dos de los cañones de Canalejas se instalarán próximamente en su barrio; al parecer formando parte de un monolito que recordará la existencia del Hospital Real Segunda Aguada en la plaza que, a instancias de la asociación que coordina, ya lleva su nombre. Me alegro por Antonio, porque me constan su entusiasmo e ilusión y por la zona a la que representa que poco a poco va dotándose de contenido histórico capaz de favorecer lo que los sociólogos llaman la identificación de los ciudadanos con el territorio. Disposición imprescindible para comenzar a amar y cuidar el lugar en que se vive.
En esa misma línea comenzamos a trabajar los vecinos de Puntales hace ya bastantes años. A este barrio se le conocía por entonces más por la línea de autobuses que le conectaba con casco antiguo, si acaso por la Térmica, la Campsa o por la Aviación, y menos por el destacado protagonismo que tuviera en la historia de la propia ciudad y en momentos tan decisivos como los que conmemoramos a lo largo del pasado año. Nos dedicamos, mediante el desarrollo de un programa cultural coordinado por la asociación de vecinos, a promover la creación de un barrio educativo; un lugar dónde las calles, la plaza, los patios de las viviendas; las rotondas más tarde fuesen capaces de aportar información relacionada con la relevante participación del lugar y sus habitantes en acontecimientos y momentos históricos destacados. Se instalaron textos explicativos bajo los rótulos de calles y plazas, se solicitaron denominaciones para los nuevos viales que iban surgiendo a la par de la remodelación que el barrio experimentaba, se señalaron lugares especialmente significativos, se gestionó la instalación en espacios públicos de maquinaria procedente de actividades laborales extintas y vinculadas a la náutica, así como de instrumentos de navegación destinados a poner de manifiesto la especial vinculación del barrio con la Armada Española, organizamos actos en los centros educativos y, próxima a la celebración del Doce, reclamamos la instalación en sus calles de elementos relacionados con la efeméride a la que estábamos directamente vinculados. Fue entonces cuando aparecieron los famosos cañones, en las obras de ampliación del aparcamiento de Canalejas. Nos dirigimos al Ayuntamiento y a la Junta de Andalucía para que algunos de ellos se ubicasen en el barrio. El debate sobre el asunto no solo ocupó espacio en el Pleno Municipal, sino que llegó hasta el mismo Parlamento Andaluz. Hubo que aclarar incluso que nunca fue nuestra pretensión instalarlos en la sede de la asociación, sino dotar de contenido cultural a las calles de un barrio cuyo suelo ha sido escenario de gestas y momentos trascendentes.
Formando parte de las actividades del bicentenario de la Constitución de 1812 tuve la satisfacción de coordinar, junto a Hilda Martín, el programa Cádiz y los lugares del Doce. Nos propusimos acercar la historia a los ciudadanos de hoy dándoles a conocer la decisiva implicación que en los acontecimientos que rememoramos tuvieron aquellos otros que residían en éstos parajes y, sobretodo, en la importancia de entresacar de los hechos remotos enseñanzas útiles para la mejora del presente. Apostamos porque esta forma de mirar la historia llegase a todos los barrios de la ciudad y muy especialmente a aquellos de Extramuros en que se localizan los restos de las fortificaciones que constituyeron el llamado frente de bahía.
Días atrás me sorprendía la noticia sobre la inexplicable intervención que se ha tenido en los restos del Batería de la 1ª Aguada, como consecuencia de las obras que se realizan en la avenida de Huelva. Llevo años esperando este momento para unirme a la reclamación pública que en su día ya hiciere Juan Antonio Fierro, de una adecuada actuación sobre ésta fortaleza. Aún estamos a tiempo. No, que no se oculten los restos, sino que por el contrario se aprovechen las obras del puente para sacarlos a la luz e incorporarlos al disfrute público como otro más de los importantes vestigios que, de la resistencia frente a las tropas napoleónicas, quedan en esta zona. Como otro más de los lugares del Doce que permitiría la progresiva y definitiva implantación de la propuesta Ruta de los Extramuros. Podría dársele un tratamiento similar al que se procuró en su día al Arco de los Blancos en el barrio del Pópulo. Es decir, que se descubra totalmente el lienzo de muralla o parapeto, dotándole de un foso perimetral protegido por una verja artística. Por supuesto que habrá de instalarse algún tipo de panel informativo que aporte datos al viandante.
Yo no descartaría, si en el lugar del Ayuntamiento me encontrase, el ubicar también aquí -sin olvidar a Puntales- otro de los famosos cañones.
(Publicado en Diario de Cádiz)
En esa misma línea comenzamos a trabajar los vecinos de Puntales hace ya bastantes años. A este barrio se le conocía por entonces más por la línea de autobuses que le conectaba con casco antiguo, si acaso por la Térmica, la Campsa o por la Aviación, y menos por el destacado protagonismo que tuviera en la historia de la propia ciudad y en momentos tan decisivos como los que conmemoramos a lo largo del pasado año. Nos dedicamos, mediante el desarrollo de un programa cultural coordinado por la asociación de vecinos, a promover la creación de un barrio educativo; un lugar dónde las calles, la plaza, los patios de las viviendas; las rotondas más tarde fuesen capaces de aportar información relacionada con la relevante participación del lugar y sus habitantes en acontecimientos y momentos históricos destacados. Se instalaron textos explicativos bajo los rótulos de calles y plazas, se solicitaron denominaciones para los nuevos viales que iban surgiendo a la par de la remodelación que el barrio experimentaba, se señalaron lugares especialmente significativos, se gestionó la instalación en espacios públicos de maquinaria procedente de actividades laborales extintas y vinculadas a la náutica, así como de instrumentos de navegación destinados a poner de manifiesto la especial vinculación del barrio con la Armada Española, organizamos actos en los centros educativos y, próxima a la celebración del Doce, reclamamos la instalación en sus calles de elementos relacionados con la efeméride a la que estábamos directamente vinculados. Fue entonces cuando aparecieron los famosos cañones, en las obras de ampliación del aparcamiento de Canalejas. Nos dirigimos al Ayuntamiento y a la Junta de Andalucía para que algunos de ellos se ubicasen en el barrio. El debate sobre el asunto no solo ocupó espacio en el Pleno Municipal, sino que llegó hasta el mismo Parlamento Andaluz. Hubo que aclarar incluso que nunca fue nuestra pretensión instalarlos en la sede de la asociación, sino dotar de contenido cultural a las calles de un barrio cuyo suelo ha sido escenario de gestas y momentos trascendentes.
Formando parte de las actividades del bicentenario de la Constitución de 1812 tuve la satisfacción de coordinar, junto a Hilda Martín, el programa Cádiz y los lugares del Doce. Nos propusimos acercar la historia a los ciudadanos de hoy dándoles a conocer la decisiva implicación que en los acontecimientos que rememoramos tuvieron aquellos otros que residían en éstos parajes y, sobretodo, en la importancia de entresacar de los hechos remotos enseñanzas útiles para la mejora del presente. Apostamos porque esta forma de mirar la historia llegase a todos los barrios de la ciudad y muy especialmente a aquellos de Extramuros en que se localizan los restos de las fortificaciones que constituyeron el llamado frente de bahía.
Días atrás me sorprendía la noticia sobre la inexplicable intervención que se ha tenido en los restos del Batería de la 1ª Aguada, como consecuencia de las obras que se realizan en la avenida de Huelva. Llevo años esperando este momento para unirme a la reclamación pública que en su día ya hiciere Juan Antonio Fierro, de una adecuada actuación sobre ésta fortaleza. Aún estamos a tiempo. No, que no se oculten los restos, sino que por el contrario se aprovechen las obras del puente para sacarlos a la luz e incorporarlos al disfrute público como otro más de los importantes vestigios que, de la resistencia frente a las tropas napoleónicas, quedan en esta zona. Como otro más de los lugares del Doce que permitiría la progresiva y definitiva implantación de la propuesta Ruta de los Extramuros. Podría dársele un tratamiento similar al que se procuró en su día al Arco de los Blancos en el barrio del Pópulo. Es decir, que se descubra totalmente el lienzo de muralla o parapeto, dotándole de un foso perimetral protegido por una verja artística. Por supuesto que habrá de instalarse algún tipo de panel informativo que aporte datos al viandante.
Yo no descartaría, si en el lugar del Ayuntamiento me encontrase, el ubicar también aquí -sin olvidar a Puntales- otro de los famosos cañones.
(Publicado en Diario de Cádiz)
miércoles, 7 de agosto de 2013
El Parlamento andaluz, a Cádiz, por Rafael Román
ES desagradable un enfrentamiento entre familiares. La crisis económica ha puesto de actualidad este tipo de trifulcas, por herencias o por divorcios, que terminan en los juzgados cada vez con mayor frecuencia.
Hablo de otros familiares: Sevilla y Cádiz. Somos provincias hermanas pero con características distintas. La cualidad de Sevilla es ser una auténtica metrópolis, que, además, es la capital de Andalucía y, como tal, sede de todas las instituciones, salvo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que tiene su centro en Granada. Cádiz por el contrario es una provincia con varios polos -Algeciras, Jerez y Cadiz- y tiene como principal carta de presentación su naturaleza marítima, con numerosos puertos y 285 kilómetros de costa.
El conflicto. Queda lejos el pleito del traslado de la Casa de la Contratación de Sevilla a Cadiz, que enturbió las relaciones entre ambas ciudades, y que contó Manuel Ravina -hoy director del Archivo de Indias-. La controversia es otra: Zona Franca. La Zona Franca de Cádiz existe desde 1929 y ahora el diputado por Sevilla y ministro de Hacienda, Montoro, y el presidente del PP-A y alcalde de Sevilla, Zoido, han firmado un acuerdo para poner otra en Sevilla. Es una decisión firme y respaldada políticamente. Es un claro ninguneo a Cádiz y pone en desventaja a la Zona Franca de Cádiz. Es una agresión. Sin dramatizar, sería como si el Gobierno le pusiera a la de Barcelona una en Tarragona o a la de Vigo una en Ferrol, que, con la crisis naval, le haría gran falta, pero sólo se le ha hecho a Cádiz.
¿Supone esto para Cádiz el fin de la historia? No, pero es un durísimo golpe económico y moral. No tuvimos parque tecnológico -siendo los más industriales- por el de Cartuja en Sevilla y el de Andalucía (PTA) en Málaga. Así que -permítaseme el exabrupto- pidamos el cambio del artículo 4 del Estatuto y que se traslade el Parlamento de Andalucía a Cádiz -títulos para ello nos sobran- y quizá así se empiece a comprender en Sevilla de lo que estamos hablando.
Nuestra Corporación se dio una enorme prisa por declarar persona "non grata" a Almunia. ¡Qué horror he sentido siempre por ese tipo de reprobaciones inútiles! ¿A qué esperan los que conceden esos abominables títulos para distinguir a Montoro y Zoido? El de Almunia era gratis. Pero la polémica en Cádiz se apaga pronto. En Sevilla lo saben. Y en Cádiz.
(Publicado en Diario de Cádiz)
Hablo de otros familiares: Sevilla y Cádiz. Somos provincias hermanas pero con características distintas. La cualidad de Sevilla es ser una auténtica metrópolis, que, además, es la capital de Andalucía y, como tal, sede de todas las instituciones, salvo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que tiene su centro en Granada. Cádiz por el contrario es una provincia con varios polos -Algeciras, Jerez y Cadiz- y tiene como principal carta de presentación su naturaleza marítima, con numerosos puertos y 285 kilómetros de costa.
El conflicto. Queda lejos el pleito del traslado de la Casa de la Contratación de Sevilla a Cadiz, que enturbió las relaciones entre ambas ciudades, y que contó Manuel Ravina -hoy director del Archivo de Indias-. La controversia es otra: Zona Franca. La Zona Franca de Cádiz existe desde 1929 y ahora el diputado por Sevilla y ministro de Hacienda, Montoro, y el presidente del PP-A y alcalde de Sevilla, Zoido, han firmado un acuerdo para poner otra en Sevilla. Es una decisión firme y respaldada políticamente. Es un claro ninguneo a Cádiz y pone en desventaja a la Zona Franca de Cádiz. Es una agresión. Sin dramatizar, sería como si el Gobierno le pusiera a la de Barcelona una en Tarragona o a la de Vigo una en Ferrol, que, con la crisis naval, le haría gran falta, pero sólo se le ha hecho a Cádiz.
¿Supone esto para Cádiz el fin de la historia? No, pero es un durísimo golpe económico y moral. No tuvimos parque tecnológico -siendo los más industriales- por el de Cartuja en Sevilla y el de Andalucía (PTA) en Málaga. Así que -permítaseme el exabrupto- pidamos el cambio del artículo 4 del Estatuto y que se traslade el Parlamento de Andalucía a Cádiz -títulos para ello nos sobran- y quizá así se empiece a comprender en Sevilla de lo que estamos hablando.
Nuestra Corporación se dio una enorme prisa por declarar persona "non grata" a Almunia. ¡Qué horror he sentido siempre por ese tipo de reprobaciones inútiles! ¿A qué esperan los que conceden esos abominables títulos para distinguir a Montoro y Zoido? El de Almunia era gratis. Pero la polémica en Cádiz se apaga pronto. En Sevilla lo saben. Y en Cádiz.
(Publicado en Diario de Cádiz)
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