NO me
lo creí y no me lo creo. Fue un pacto para una foto. No era serio ni
sincero. Era un gesto para decirle a la gente que los ciudadanos
preocupan. Me refiero al planteamiento de Pacto por la Provincia entre
el Partido Socialista y el Partido Popular en Cádiz.
Hace algo más de un mes, tras un prolongado periodo de tira y afloja, los responsables provinciales se sentaron y fotografiaron sonrientes para anunciar un futuro pacto. Lo hicieron mal. Si querían un pacto, y no una foto, tendrían que haberse reunido distintas comisiones técnicas preparatorias con un listado de asuntos pendientes de solución en la provincia para sondear las posibilidades de acuerdos en los diferentes temas. Si las conversaciones exploratorias señalaban que era posible un acuerdo en materias muy concretas, pues entonces sería el momento de la pose para anunciarlo. Estamos en un momento de la política en que lo que menos necesitan los ciudadanos son profecías que no se cumplirán nunca. Se precisan no expectativas de buenas noticias, sino buenas noticias.
Durante el mes transcurrido las discrepancias públicas sobre los temas provinciales han sido enormes -algunas adobadas con calificativos de grueso calibre-. Desde el polígono de Las Aletas a la fantasmal Plataforma Logística sin presupuesto. Desde el no menos fantasmal nuevo hospital de Cádiz hasta el futuro incierto del hospital de San Carlos. Desde el negro panorama del astillero de Puerto Real -ante el que el partido gobernante se abría las venas demandando contratos, cuando estaba en la oposición- a un posible Pacto por el Empleo, cuando tocamos fondo en la materia que dignifica a una persona. Y el Corredor Ferroviario Central o el Corredor Mediterráneo están de esta provincia a la distancia del asteroide, tras los recortes presupuestarios nacionales y europeos. Pero el verdadero resumen del mes después del inicio del diálogo y la foto ha sido el ¡y tú más! sobre la extraordinaria volatilidad de los dineros públicos entre la dilapidación de la Zona Franca y el expolio de Bahía Competitiva. Como si el dinero robado no fuera igualmente extraído de las arcas públicas con la misma finalidad depredadora, lo mangue Bárcenas o su porquero. El primer pacto necesario es el de la honradez frente al latrocinio. Ni en eso ha habido acuerdo. Ni lo habrá. ¡Vaya pacto!
Hace algo más de un mes, tras un prolongado periodo de tira y afloja, los responsables provinciales se sentaron y fotografiaron sonrientes para anunciar un futuro pacto. Lo hicieron mal. Si querían un pacto, y no una foto, tendrían que haberse reunido distintas comisiones técnicas preparatorias con un listado de asuntos pendientes de solución en la provincia para sondear las posibilidades de acuerdos en los diferentes temas. Si las conversaciones exploratorias señalaban que era posible un acuerdo en materias muy concretas, pues entonces sería el momento de la pose para anunciarlo. Estamos en un momento de la política en que lo que menos necesitan los ciudadanos son profecías que no se cumplirán nunca. Se precisan no expectativas de buenas noticias, sino buenas noticias.
Durante el mes transcurrido las discrepancias públicas sobre los temas provinciales han sido enormes -algunas adobadas con calificativos de grueso calibre-. Desde el polígono de Las Aletas a la fantasmal Plataforma Logística sin presupuesto. Desde el no menos fantasmal nuevo hospital de Cádiz hasta el futuro incierto del hospital de San Carlos. Desde el negro panorama del astillero de Puerto Real -ante el que el partido gobernante se abría las venas demandando contratos, cuando estaba en la oposición- a un posible Pacto por el Empleo, cuando tocamos fondo en la materia que dignifica a una persona. Y el Corredor Ferroviario Central o el Corredor Mediterráneo están de esta provincia a la distancia del asteroide, tras los recortes presupuestarios nacionales y europeos. Pero el verdadero resumen del mes después del inicio del diálogo y la foto ha sido el ¡y tú más! sobre la extraordinaria volatilidad de los dineros públicos entre la dilapidación de la Zona Franca y el expolio de Bahía Competitiva. Como si el dinero robado no fuera igualmente extraído de las arcas públicas con la misma finalidad depredadora, lo mangue Bárcenas o su porquero. El primer pacto necesario es el de la honradez frente al latrocinio. Ni en eso ha habido acuerdo. Ni lo habrá. ¡Vaya pacto!